Ni bien comienzan las primeras estrofas de la zamba, la chacarera, un gato o una ranchera, los bailarines toman posiciones y sus pies se mueven al ritmo de la música como verdaderos profesionales. No importa, para ninguno de ellos, que haya hecho efecto o no la pastilla para evitar las convulsiones o que la profesora haya tenido que explicar unas 120 veces la figura que sigue porque se la olvidaron. Con los trajes de gauchos y paisanas se sienten orgullosos y eso les basta. ¡Y como no van a estarlo!, si integran el ballet folclórico de personas especiales "Sembrado ilusiones” del municipio de la Capital, uno de los únicos en su tipo en todo el ámbito de la provincia.
Son más de 45 personas de diferentes edades que tres veces por semana van a aprender diferentes bailes folclóricos pese a sus limitaciones. Y como si fuera poco, además hacen un intercambio artístico todos los miércoles con sus pares de la escuela Apadim y a veces sacan a bailar a sus mamás y parientes como trabajo de integración.
Este ballet acaba de volver la semana pasada de Córdoba, donde por primera vez fueron los únicos representantes de la provincia en el Encuentro de Chicos Discapacitados Mentales "Desafiarte”. Con una coreografía estilizada y un vals cuyano se llevaron todos los aplausos del público.
Con todos estos antecedentes, se justifica sobradamente un proyecto, ya aprobado por el ejecutivo municipal, para declararlo "ballet estable” de la Capital, lo que les dará la seguridad de tener siempre el apoyo para realizar esta actividad que vas más allá de lo cultural ya que funciona como acción de contención social e inclusive es parte, sin siquiera proponérselo, de la terapia médica. Para concretarlo, solo falta el visto bueno del Consejo Deliberante, trámite que seguramente, según afirman los funcionarios e involucrados, saldrá a favor. Mientras tanto, con esta excusa, los bailarines empezaron a festejar por adelantado el Día del Folclore, que tendrá lugar el próximo miércoles 22.
Se va la primera …
El grupo de bailarines empezó a tomar forma de la mano de María Elisa Robles y su primo Diego. Ella profesora de danzas folclóricas, él un paisano en potencia, para quien el Síndrome de Down no era excusa para no bailar. De hecho, tanto se perfeccionó en las clases que dictaba su pariente, que al cabo de unos años se convirtió en el primer profesor especial del país y actualmente tiene su propio centro de enseñanza.
"En el año 2000, Diego iba a un taller que funcionaba en el barrio Bahía Blanca en Rawson. Era un taller de estimulación con distintas actividades manejado por mamás, papás y voluntarios, al que solo iban 6 chicos especiales. Yo me sumé ad honorem para enseñar lo que sabía que eran las danzas folclóricas. Así nació el grupo Santa Teresita del Niño Jesús”, recuerda María Elisa, su intromisión en el grupo, la que tuvo un largo alcance en el tiempo y de la que obtuvieron muchos frutos como por ejemplo ser invitados a muchas peñas y festivales que se realizaron en la provincia.
"El folclore no solo es un incentivo para hacer una actividad distinta a la de la escuela por ejemplo, sino que es un grupo de amigos y un lugar de reconocimiento con el aplauso del público. Pero también las clases se convierten en aprendizaje en sí mismo de movimientos, figuras, secuencias, inclusive les sirve a algunos de ellos para aprender a contar hasta el número 8 con los pasos del baile. Los chicos aprenden sobre música, sobre tradiciones, también hablamos de patriotismo y del sentirse argentino”, explica la profesora, quien está convencida que la actividad es un estímulo para la expresión, lo que se logra básicamente con mucho amor y paciencia.
Lo cierto es que este grupo casi familiar se hizo más visible cuando en la noche del 25 de mayo del 2010 bailó el pericón en plena plaza 25 de mayo, en vísperas de la entonación del himno que unió a todo el país. Algunos funcionarios los vieron y disfrutaron del baile. Fue entonces que llegó la propuesta del municipio de la Capital para darles un lugar fijo para los ensayos y el compromiso de ayudarlos a confeccionar sus trajes. De inmediato aceptaron. Así, Elisa sumó un trabajo formal a sus labores en las escuelas Cesap y Los Olivos, además de su academia. Para los bailarines, también hubo beneficios, como por ejemplo, la posibilidad de tener un grabador a disposición para poder ensayar, además de la incorporación de dos profesores más, como Mariana Tudela y Darío González, que reforzaron las clases con técnicas de malambo y teatro para enriquecer las presentaciones y el despliegue artístico.
"Actualmente son 45 los bailarines del ballet que participan de esta propuesta en forma totalmente gratuita. Y estamos muy orgullosos porque es uno de los pocos, por no decir el único de la provincia, que está íntegramente conformado por personas especiales”, cuenta Marcela Carranza, titular de la Dirección de Desarrollo Humano del municipio capitalino, de la cuál depende el ballet, cuyos integrantes tienen entre 11 y 63 años (la mayoría de los bailarines ronda los 40 años) y que con la música del bombo y las guitarras, se olvidan que padecen Síndrome de Down, epilepsias, retrasos madurativos, entre otras discapacidades intelectuales. Los aplausos, para ellos como para cualquier artista, son un buen aliciente para seguir.

