Las interfaces neuronales, pequeños dispositivos que permiten la interacción directa entre el cerebro y las computadoras, forman parte de una de las áreas más prometedoras de la investigación científica actual y, sin dudas, son uno de los temas del año.

Esta revolucionaria tecnología sorprendió al mundo este año cuando Neuralink reveló que un paciente con un chip implantado ya podía controlar, con su mente, el cursor de una computadora.

Sin embargo, la empresa de neurociencia liderada por Elon Musk, no es la única del sector. Dos empresas, que trabajan en el desarrollo de interfaces cerebro-computadora (ICC), también desde hace años, emergieron a la vanguardia de este campo: se trata de Starfish Neuroscience y Synchron.

Starfish Neuroscience y el sueño de jugar videogames con la mente

En una escena de Volver al futuro 2, unos niños se burlan de Marty McFly porque en su época se utilizaban las manos para jugar a los videogames. Ese futuro, que cuando se estrenó la película parecía de ciencia ficción, podría volverse realidad mucho antes de lo esperado.

Gabe Newell, fundador de la plataforma de distribución y descarga de juegos Steam, ya tiene en marcha un nuevo proyecto: su empresa Starfish Neuroscience, que promete revolucionar la industria de los videogames al integrar directamente las experiencias digitales con el cerebro humano a través de interfaces cerebro-computadora.

Hace poco, se hicieron virales las imágenes de los chips cerebrales de la empresa. De un tamaño menos al de una uña, estos implantes se centran en funciones de neuromodulación y registro neuronal. Según informó la empresa, sus chips buscarán mejorar las interacciones humanas con tecnología de estimulación magnética transcraneal (TMS) avanzada.

Se trata de una ambiciosa propuesta, casi futurista, que busca competir directamente contra Neuralink con una nueva generación más avanzada de implantes neuronales mínimamente invasivos. Así, a través de sensores inalámbricos con capacidades de orientación y retroalimentación, Starfish Neuroscience pretende modificar la manera en que nos relacionamos con las computadoras, especialmente los videojuegos y sumergirnos en un universo de realidad aumentada, realidad virtual y nuevas formas de entretenimiento sin usar las manos.

Synchron y su ejército de cyborgs

Synchron Inc, fundada por Thomas Oxley, neurocientífico australiano, desarrolló un implante cerebral flexible, del tamaño de un stent, llamado Stentrode que se coloca en una vena yugular del cuello. El Stentrode ya fue probado en humanos con resultados prometedores.

Sin embargo, esta empresa rival de Neuralink, está en preparación de algo más grande: ya empezó a reclutar pacientes para realizar un ensayo clínico de sus implantes a gran escala que le permita obtener la aprobación comercial de su chip.

El implante de Synchron tiene como objetivo ayudar a personas con parálisis a escribir en una computadora utilizando solo sus pensamientos. Algo muy similar a lo conseguido por la empresa de Musk con Noland Arbaugh, un joven de 29 años con discapacidad motriz que luego del implante puede jugar al ajedrez en una computadora a través de instrucciones cerebrales.

El dispositivo de Synchron se diferencia del de Neuralink en que se inserta en el cerebro a través de la vena grande cerca de la corteza motora del cerebro, en lugar de implantarse quirúrgicamente en la corteza cerebral, como ocurre con los dispositivos de la firma de Musk.

Para su prueba, la empresa pretende incluir a pacientes paralizados por la enfermedad neurodegenerativa ELA (esclerosis lateral amiotrófica), esclerosis múltiple y accidentes cerebrovasculares. Pero probar un implante en pacientes con en este tipo de situación puede complicarse. En esos casos, el cerebro de una persona puede estar tan dañado que no haya suficiente transmisión neuronal para registrar.

Por eso, la empresa, que cuenta con financiamiento de multimillonarios como Jeff Bezos y Bill Gates, todavía no consiguió la autorización de la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. (FDA) para proceder, y la agencia le pidió que evaluara a los pacientes con accidente cerebrovascular mediante una prueba no invasiva para determinar si responderían a un implante.

El futuro de las interfaces neuronales es incierto, pero una cosa es segura: la batalla por el control del cerebro ya comenzó y no está exenta de desafíos. La seguridad de los implantes, la aprobación regulatoria y el elevado costo de la tecnología son solo algunos de los obstáculos que estas empresas deben superar, sin contar los dilemas éticos y los peligros de seguridad informática que traería.

Superados estos obstáculos, presenciaremos una revolución sin precedentes en la forma en que interactuamos con el mundo que nos rodea.