Cada año, cuando llega el 18 de septiembre, aquellos chilenos que viven en San Juan, esperan ansiosos el nacimiento de las 9 de la mañana en el Hospital Rawson. Para ellos es un símbolo, que los remite directamente a sus raíces. Es que justamente en esa jornada (pero de 1810) y a esa hora, se dio el "primer grito de libertad", tal como se conoce a la gesta popular que dio pie a la Primera Junta Nacional de Gobierno en el país trasandino. Aquí, a más de quinientos kilómetros, lo celebran en forma solidaria y eligen el llanto de un recién nacido como sinónimo de ese grito y de la esperanza de vida.

De hecho, la semana pasada, los integrantes de la Asociación de Residentes Chilenos "Gabriela Mistral" estuvieron en el centro de salud para entregarle al bebé nacido sobre las 9, un cargamento de regalos: un moisés con su colchón nuevo, sabanitas y mantas, algún peluche, pañales y una muda de ropa. También repartieron algunos insumos entre las otras mamás.

"Para nosotros es un signo de integración, un gesto de que podemos ayudarnos entre argentinos y chilenos como buenos vecinos que somos. Y justamente elegimos un recién nacido porque lo necesita todo, sobretodo protección. La solidaridad nos sirve como herramienta también para agradecerle al pueblo de San Juan por su trato cordial", contó Francisco Mundaca Ordenes, quien fue acompañado por Elvira Roco Saavedra, Juana Guerrero y Teresa Sánchez a entregar las donaciones en la Sala 18 de la Maternidad.

La iniciativa se repite desde hace una década. Justamente fue Teresa Sánchez, una empleada doméstica que vino a San Juan desde Chile hace 26 años, quien lo propuso a sus compatriotas. "Había ido a la Maternidad porque una de mis hijas perdió un bebé. Yo vi tanta necesidad en el hospital y a su vez era tanta nuestra necesidad por calmar la angustia, que se me ocurrió hacer algo para ayudar a los demás. A partir de entonces, todos los 18 de septiembre, los chilenos que vivimos en San Juan, hacemos esta campaña solidaria. Para eso, durante muchas semanas antes, pedimos colaboraciones entre los conocidos y hasta vendemos empanadas, pollos rellenos y otras comidas caseras para juntar el dinero que hace falta para poder comprar el canasto de mimbre, las telas y los otros insumos. Después el trabajo de armar el moisés y bordar las sabanitas queda en manos de las mujeres", contó Teresa, que sin saberlo, tomó prestada la idea de una tradición muy común en el Norte de Chile. Según cuentan, en Copiapó y Antofagasta es común que la comunidad toda espere al bebé nacido el 18 de septiembre de una familia humilde con todo lo que necesitará al menos en los primeros meses. Este es un ritual que acostumbraban hacer los incas y los aimará.

Del bebé de este año, los únicos datos que conocen es que nació a las 9:45 del 18 de septiembre, que su mamá tiene 14 años y su apellido es Calívar, que no está sola sino que el papá del niño -de apenas 15 años- se hizo cargo y que el recién nacido todavía no tenía nombre en ese momento. También se enteraron que es una familia de Pocito y que no tienen trabajo. "Quedaron sorprendidos con la donación porque no tenían nada para esperar a ese bebé. Por suerte, pudimos ayudarlos. Generalmente les pedimos los datos a los papás para seguir en contacto y si se puede seguir colaborando. Somos una especie de padrinos de ese bebé. Pero en este caso prefirieron el anonimato y nosotros lo respetamos", agregaron los organizadores.