Se estima que 10 mil personas en todo el país asisten a las más de 350 organizaciones que desarrollan emprendimientos laborales especiales. Allí obtienen un ingreso económico, contención y la posibilidad de aprender un oficio.
Ejemplos como el del taller protegido de producción de la Asociación Laboral para Adultos con Discapacidad Intelectual (ALPAD), del barrio porteño de Saavedra, que contiene a 20 jóvenes y adultos con discapacidad intelectual. Este es un verdadero emprendimiento que ofrece servicios de packaging y mailing para empresas. Ellos arman cajas con kits médicos o ensobran folletería.
Un taller protegido de producción es una entidad estatal o privada "bajo dependencia de asociaciones con personería jurídica y reconocidas como de bien público, que tienen por finalidad la producción de bienes y/o servicios, cuya planta esté integrada por trabajadores discapacitados físicos y/o mentales, preparados y entrenados para el trabajo, en edad laboral, según establece la Ley 22.431.
Se calcula que existen entre 350 y 400 talleres protegidos de producción en todo el país. Hay un beneficio intangible para quienes asisten a estos espacios. El aprendizaje de oficios y la mejora de la autoestima. Y, por supuesto, la posibilidad de generar un pequeño ingreso. Con ese dinero en su poder, cambian su mirada del mundo.
