El tiempo camina lento, sobre todo cuando se asoma la siesta. Mientras, el Zonda se vuelve poema en la pluma de Don Buena. Entre las plantaciones de cebolla y los olivares sobresale ese gigante de adobe que durante siglos le dio vida al trigo. Nada parece inmutar al pueblo detenido en el tiempo. Pero sorprende un par de caserones reciclados, que ahora se usan para albergar turistas. Y es que desde hace un par de años, Huaco se viene perfilando como uno de los destinos turísticos principales de Jáchal. No sólo porque allí está el molino que inmortalizó el poeta jachallero, sino también porque sus paisajes impactan a los que se atreven a ingresar en el "vallecito".

Hay que recorrer unos 190 kilómetros desde la ciudad de San Juan para encontrarse con este valle, bordeado por el río que lleva el mismo nombre del pueblo. Como anunciando la belleza del lugar, desde el mirador, a más de 1.000 metros de altura y a pocos kilómetros antes de llegar a Huaco, se puede ver el pueblo entero donde el cielo está casi al alcance de la mano. Toda esta belleza es la que pretenden "vender" los lugareños. Es por eso que hace una semana inauguraron una oficina de información turística, que funciona al lado de la iglesia.

Cada pedazo de Huaco tiene una historia. El cementerio con sus tumbas de gauchos casi santos; con la de Buenaventura Luna, escenario de cientos de homenajes. El algarrobo donde descansó el caudillo Chacho Peñaloza, el viejo molino, las capillas y hasta la misma gente. Dicen que es como una familia grande donde todos se conocen. Donde todavía los niños comen moras camino a la escuela y toman añapa (jugo que se extrae del fruto del algarrobo) en las tardes de verano.

"La gente que venía a conocer el molino empezó a pedir lugar para alojarse. Es por eso que hace un año se construyó un hostel y ahora están haciendo otro", dice Jorge Godoy, un lugareño. A esto se le suman algunas casas de familia que se convirtieron en pensiones. Pero lo que piden los pobladores es más capacitación, sobre todo para que las mujeres puedan realizar sus propios emprendimientos.

Huaco es la niña mimada de Jáchal, donde se le rinde culto al poeta. El nombre Huaco responde a las palabras araucanas "hua" (maíz) y "co" (agua). Y es uno de los pueblos que más promocionan el turismo. El puntapié para impulsar Huaco como destino turístico fue restaurar el molino viejo, construido con madera de algarrobo negro, hace dos siglos. También se lo conoce como el "molino de los Dojorti". Es uno de los 6 molinos harineros que hay en Jáchal e Iglesia. Por su historia vinculada a la poesía y al sentir popular, es el más representativo de la cultura molinera y harinera de la provincia.