Con una exposición titulada "Retratos presidenciales", que incluye tanto pinturas al óleo como fotografías íntimas, comenzarán las celebraciones por el décimo aniversario de la reinauguración del Museo Casa Rosada el próximo 24 de mayo, institución que alberga 12.000 piezas en su colección, desde el tintero de Lola Mora y el Cadillac que perteneció a Juan Domingo Perón hasta el famoso mural "Ejercicio Plástico" del mexicano David Alfaro Siqueiros, como nave insignia.

Este museo de cinco mil metros cuadrados, ubicado en el complejo histórico que conforman la Casa Rosada y la ex Aduana Taylor, dedicado a narrar a través de su patrimonio la historia de los presidentes argentinos, celebra los 10 años de su reinauguración con una nueva página web y la posibilidad de recorrer en 360º el impresionante mural que Siqueiros pintó en Argentina en 1933.

Bastones de mando, bandas presidenciales, juegos de té y retratos oficiales conforman este patrimonio de 200 años de historia, que desarrolla el perfil político y personal de los hombres y mujeres que ocuparon la Jefatura de Estado, junto a la exhibición de los objetos hallados durante las excavaciones arqueológicas en este complejo histórico de la ciudad.

El Tintero de bronce. Lo realizó en 1990 la artista tucumana Lola Mora. Lo han usado todos los presidentes.

La muestra de retratos presidenciales -puntapié inicial de las celebraciones- hilvanará en su recorrido desde los primeros retratos al óleo que inmortalizaban a los jefes de Estado hasta las fotografías de estudio que antiguamente se realizaban en las casas más exclusivas de la calle Florida.

Emplazada en el Patio de Maniobras, la exhibición incluirá, además de pinturas al óleo, una serie de litografías, bustos, esculturas e imágenes provenientes del Archivo General de la Nación, que cedió en préstamo un conjunto de fotografías históricas de la antigua Casa Witcomb, tradicional estudio porteño. Se trata de retratos que responden a convenciones estéticas heredadas de la pintura al óleo, que resaltan el carácter institucional del cargo de Presidente, y que contrastan con las imágenes tomadas por Bugge, quien capturó con su lente el universo privado e íntimo de los mandatarios, en su labor como fotógrafo presidencial desde 1983.

Cerca de 300.000 personas visitan cada año -al menos, en tiempos prepandémicos- este museo particular, atípico, que tiene como objetivo conservar todos aquellos objetos que han pertenecido a diferentes presidentes.

Este lugar histórico y arqueológico en 1942 fue declarado monumento histórico nacional.

La exposición permanente se despliega a lo largo de las antiguas galerías de la Aduana Taylor, con objetos, fotografías, pinturas y piezas de mobiliario asociados a los mandatarios argentinos como Santiago Derqui, Hipólito Yrigoyen, Juan Domingo Perón, Raúl Alfonsín, Néstor Kirchner, entre otros.

Entre los destacados del patrimonio un objeto de la tucumana Lola Mora, el famoso tintero de bronce que hizo la escultora en el 1900 y "fue usado por todos los presidentes", así como los mocasines de Néstor Kirchner, "clásicos, básicos, simples, que describen a la figura del expresidente". Además, es posible apreciar el sillón presidencial de Derqui -quien ejerció entre 1861 y 1862-, un mueble de estilo victoriano realizado en madera de jacarandá y tallado con el escudo de la confederación.

Este sillón tira por tierra la teoría del sillón de Rivadavia, que existe solamente en el imaginario de los argentinos, porque tiene el valor simbólico de ese cargo ocupado por primera vez en el año 1826 por Rivadavia. Lo cierto es que el sillón presidencial más antiguo que preserva y exhibe el museo, es el que perteneció a Derqui, aclara la directora.

Es imposible hablar del museo sin nombrar el famoso Cadillac presidencial, comprado por Perón en 1955, un automóvil con caja automática, un motor v8 y que puede desarrollar una velocidad de hasta 170 Km por hora.

El presidente Perón no logró usar ese coche porque en el medio sucedió el golpe de estado del 55. Pero sí fue utilizado por otros presidentes como Frondizi, Illia y Alfonsín. De todas maneras hoy está restaurado y podría ser utilizado por Alberto Fernández si en algún momento quisiera.

Entre los objetos curiosos se destaca también la jarra de Bartolomé Mitre, quien al cumplir 80 años -ya al frente del diario La Nación- encargó una serie de jarras que debían plasmar su rostro. En la jarra de mayólica francesa esmaltada donde aparece su rostro registrado con muchísima veracidad. La característica de esta jarra es que exhibe una cicatriz muy importante que tenía Bartolomé Mitre, que solía esconder bajo su sombrero.

  • La imagen de los presidentes

La muestra va de los primeros retratos al óleo que inmortalizaron a los jefes de estado hasta las fotografías de estudio que se realizaban en las casas más exclusivas -que parecieran flotar en el medio del salón- desde Carlos Menem junto a los Rolling Stones hasta Fernando de la Rúa.

  • Siqueiros con su fascinante mural "Ejercicio plástico"

 

Batalla legal. Los fragmentos del mural estuvieron durante 17 años guardados en cuatro containers en una playa de grúas en San Justo, Buenos Aires.

Una de las joyas de la colección del Museo Casa Rosada es el fascinante mural "Ejercicio plástico" del mexicano David Alfaro Siqueiros, una pieza cumbre del arte latinoamericano, pintada en 1933 en un sótano privado, que atravesó un arduo periplo en su camino de recuperación y restauración hasta su actual exhibición. En esta pieza de muralismo latinoamericano, emblemática y simbólica, Siqueiros contó con colaboradores de lujo: participaron Lino Enea Spilimbergo, Antonio Berni, Juan Carlos Castagnino -que en ese entonces era estudiante de arquitectura- y el escenógrafo uruguayo Enrique Lázaro.

El mural "Ejercicio plástico" brinda al espectador la sensación de estar sumergido en el mar, frente a figuras sensuales que se continúan a través de los techos y paredes, y su historia es tan atípica como fascinante por lo que le han dedicado cantidad de libros e incluso filmado películas alrededor de tema. En 1932, el artista mexicano David Alfaro Siqueiros (1896-1974) viaja a Buenos Aires, invitado por Victoria Ocampo, y comienza a escribir en el periódico Crítica -fundado y dirigido por Natalio Botana- quien lo contrata además para que pinte en su casa, una residencia en Don Torcuato, en un sótano de 200 metros cuadrados.

En 1933, el mexicano arranca a pintar el denominado "ejercicio plástico", el único que realizó Siqueiros en nuestro país y el único en toda su historia que carece de contenido político y social. Pero además no hay otro igual en todo el continente que haya sido pintado en las paredes, techo y piso, es decir en la totalidad de su espacio.

Siqueiros implementó algunas innovaciones en este mural -como la sustitución de bocetos por el uso de la fotografía; o la utilización del cinematógrafo para proyectar imágenes sobre el muro- además de que apostaba a crear la ilusión de movimiento en las figuras representadas.