Los inversores globales esperan que Argentina sufra varios problemas financieros sin importar quién resulte electo presidente, con el malestar social como principal preocupación, ya que un necesario ajuste fiscal probablemente desencadene más inflación.

Los votantes hoy deben optar entre el actual gobierno peronista o un brusco viraje a la derecha. El candidato ganador deberá arreglar una economía con una inflación del 143%, una confusa serie de controles de capital, una recesión inminente y reservas netas de divisas que JP Morgan estima en -15.300 millones de dólares.

'No queda margen para salir adelante con la actual postura y el presidente entrante tendrá que dar un giro en la política económica', dijo la economista de Barclays, Pilar Tavella. 'Qué tan brusco sea el giro dependerá de una combinación de su compromiso con la reforma y la fuerza política para ejecutarla', estimó.

El enfoque de terapia de shock de Milei incluye eliminar el Banco Central y dolarizar, mientras que Massa propone un cambio más gradual, aunque recortando el déficit y estimulando las exportaciones para reconstruir las reservas.

Argentina había acordado reducir su déficit fiscal al 1,9% del Producto Bruto Interno (PBI) este año para cumplir con un programa de 44.000 millones de dólares del Fondo Monetario Internacional (FMI) que ha ayudado a mantener las luces encendidas mientras se enfrentaba una devastadora sequía.

Se espera que el déficit sea mucho mayor; Itaú lo fija en el 3% del PBI para fin de año. El FMI ha endurecido su visión sobre el programa y podría volverse más estricto con los desembolsos, lo que significa que los próximos 3.000 millones de dólares ya no son un hecho.

'El escenario más probable es que veamos a ambas partes sentarse y rediseñar el programa', dijo Alejo Czerwonko, CEO de UBS Global Wealth Management.

'El acuerdo existente está dañado sin posibilidad de reparación, por lo que un cambio de gobierno ofrece a todos la oportunidad de idear un nuevo plan', añadió.

Es probable que la economía ya esté en recesión y se espera que se contraiga nuevamente el próximo año. Se prevé que la inflación alcance el 185% para finales de 2023, tras el casi 100% del año pasado.

Parte de la culpa recae en las políticas que alentaron la impresión de dinero en el Central, que el peronismo en el poder ha usado -hasta ahora con éxito- para aumentar las posibilidades de Massa de ganar la presidencia.

Poco después de prestar juramento como ministro de Economía, Massa se comprometió en agosto de 2022 a dejar de imprimir dinero para luchar contra la inflación.

"Cuando una persona que hizo algo fiscalmente irresponsable te dice 'una vez que sea elegido seré fiscalmente responsable', creo que es razonable dudar", dijo Carlos de Sousa, de Vontobel Asset Management.

'Los mercados probablemente preferirán una victoria de Milei simplemente porque es más creíble a la hora de implementar el ajuste fiscal', agregó.

Seguir desmantelando los subsidios a la energía, que ascendieron a 12.000 millones de dólares el año pasado, ocupará un lugar destacado en la agenda.

Los inversores también coinciden en que el peso argentino está sobrevaluado, lo que significa que es probable que se produzca una devaluación.

Pero una devaluación desencadenaría un nuevo aumento de la inflación. Dado que 2 de cada 5 personas ya se encuentran bajo el umbral de pobreza en Argentina, existe la preocupación de que si el número crece mucho más, las calles se inundarán de manifestantes y el malestar social explotará.

UBS prevé que el tipo de cambio oficial finalizará 2023 en 550 pesos, para luego saltar a 1.350 pesos a finales de 2024 y 1.900 a finales de 2025. El malestar social 'es un riesgo que sigue siendo una prioridad para la mayoría', afirmó Czerwonko, de UBS. 'Cada inversor entiende que los ajustes macroeconómicos se traducirán inevitablemente en sufrimiento a corto plazo'.

Para inversores, las acciones argentinas que cotizan en Nueva York han sido un rayo de esperanza, con un aumento cercano al 15% en lo que va del año. Pero eso se produce después de una ganancia de casi el 50% en cuatro meses hasta la fecha, y se espera que el bajo rendimiento continúe independientemente de quién gane, según Diego Celedón, de JP Morgan.