El 11 de junio pasado, Nahir Galarza entró enfurecida a la sala del Tribunal de Gualeguaychú presidido por el juez Mauricio Derudi, encargado de juzgarla y luego condenarla a cadena perpetua por matar a balazos con la nueve milímetros de su padre policía a su novio, Fernando Pastorizzo. Le dijo poco después del final de la audiencia al fiscal acusador Sergio Rondoni Caffa que si mostraban ese video se quitaría la vida. "Me tienen humillada, me tienen podrida", gritó.

Ya habían exhibido otros videos de ella con Pastorizzo en esa jornada en la sala del Tribunal luego de que analistas de la Procuración de Entre Ríos y Gendarmería peritaran su iPhone 6 con más de 140 mil mensajes entre ella y su futura víctima. Había filmaciones algo tiernas, también íntimas, donde Pastorizzo le masajeaba los pies, le hacía un bailecito tapado con una toalla.

Pero el problema era ese video, encontrado en el Google Drive de la víctima, su nube informática. Dos minutos y medio de archivo, Nahir y Pastorizzo en el sillón del living de la casa de ella.


 

Juan Carlos Peragallo, querellante en la causa por Gustavo Pastorizzo, padre de Fernando, fue quien encontró el video y pidió que se muestre en el tribunal.

¿Era un movimiento para derribar la estrategia de la defensa a cargo de los abogados Horacio Dargainz y José Ostolaza, que apuntaban a que Nahir y Fernando ni siquiera eran pareja, eliminar la figura del vínculo que le garantizaría una perpetua a la estudiante de Derecho en el agravante del Código Penal? ¿O era una jugada para atormentar a una mujer de 19 años de edad exhibiendo su sexualidad, un empuje para quebrarla?

Peragallo quizás quería probar un punto: sabía que el video transcurriría en la casa de los Galarza, a plena luz del día, que su existencia podía esmerilar el relato de la defensa. Los fiscales conocían su existencia antes de la audiencia: los fiscales Beherán y Rondoni Caffa lo habían visto unas tres semanas antes de la audiencia del 11 de junio luego de que Peragallo lo descubriera.


 

Sin embargo, decidieron no pedir su proyección. Los videos de mimos y caricias en el iPhone ya eran suficiente para acreditar el agravante de vínculo, la escena de sexo no era prueba de peso, no gravitaba en los cálculos de los acusadores de la Procuración, Nahir reconoció los contactos sexuales en sus declaraciones.

El video nunca se mostró en la sala del tribunal, solo se vieron pequeñas capturas en la pantalla desde un proyector. En ese momento, Nahir enardeció y entró de vuelta a la sala para increpar a Rondoni Caffa, que ni siquiera había pedido que se muestre la filmación. Carlos Riera, un periodista del diario El Día de Gualeguaychú, estaba presente y reportó la reacción.

Al día siguiente, poco después de la media tarde, el video ya había sido viralizado. Y fue furor. Un furor malsano, retorcido, una pieza porno no filtrada por un ex novio despechado, sino filtrada desde un expediente judicial en un juicio por uno de los delitos más graves en el Código Penal argentino.

Hoy, el video íntimo de Nahir Galarza sigue online en las principales plataformas de videos XXX del planeta. Fue subido por 17 usuarios distintos a uno de estos sitios, más de 490 mil vistas hasta la tarde del viernes 28, a casi un año del asesinato de Pastorizzo. En otra de las plataformas XXX acumula 1,1 millones de vistas. El volumen de tráfico se vuelve mucho más irónico cuando se tiene en cuenta que los falsos videos que tienen a Nahir en el título con escenas de penetraciones triplican esa cifra. Las viralizaciones del archivo por WhatsApp en grupos de varones se vuelven incalculables.