Pese al pedido de la Cámara Nacional Electoral de cambiar la fecha del fin de semana largo del balotaje para favorecer la participación en las elecciones, el Gobierno decidió mantenerla. La decisión, que tiene un trasfondo político, provocó un fuerte malestar en el sector turístico, desde donde ya advirtieron que las reservas se mantienen bajas e incluso hubo cancelaciones.

Mar del Plata, Córdoba, Santa Fe y Salta son algunos de los clásicos destinos donde ya se empezó a notar que el panorama no pinta tan alentador en relación a la visita de los turistas.

A una semana del feriado por el Día de la Soberanía, desde la Asociación Empresaria Hotelera Gastronómica (Aehg) de Mar del Plata alertaron que el teléfono para recibir consultas de alquiler sonó poco y nada.

"Cuando se vienen los feriados, la gente de Buenos Aires comienza a reservar de 10 a 15 días antes y estalla el teléfono. Pero no pasa ahora y el panorama es flojo, porque no suena el teléfono. Hace un año las reservas a esta altura estaban en un 40 o 50%", advirtió esta semana Jesús Osorno, presidente de la Aehg de la ciudad balnearia.

Un panorama similar se sentía en Rosario donde desde la Asociación Rosarina de Agencias de Viajes (Arav) informaron "venía bien el tema de las consultas, pero con las elecciones se frenó un poco; algunos desistieron, otros se mantuvieron, sobre todos los bus charter".

El máximo tribunal en cuestiones electorales había solicitado la revisión del calendario ante el balotaje que se desarrollará el domingo 19, para definir el futuro presidente entre Sergio Massa y Javier Milei. Pero desde el oficialismo nunca existió esa intención. En ese sentido, el secretario de la Presidencia remitió una nota a los camaristas para explicarles por qué no se trasladará el feriado que conmemora el Día de la Soberanía.

En la misiva, Juilo Vitobello argumentó que el feriado del día 20 de noviembre "no es un 'feriado puente' de los que puede determinar el Poder Ejecutivo".

Para los analistas políticos, la decisión tiene un trasfondo electoral, ya que quienes tienen más capacidad de viajar (y que en este caso no votarían) son las personas de niveles socioeconómicos medios y altos, donde es más fuerte el voto opositor y menor el apoyo al oficialismo.