Argentina transita la tercera ola con una explosión de contagios que la semana pasada rozó los 140 mil casos diarios aunque la mayoría no son graves. Pero el virus circula e infecta, y pese al "desacople" entre la curva de casos e internaciones (una crece de manera abrupta y la otra apenas), muchos contagios pueden provocar también muchos muertos.

La investigadora de Conicet Sol Minoldo destacó dos puntos centrales para mejorar la eficacia de los barbijos: el material y el ajuste. "El objetivo es que todo el aire inhalado y exhalado pase a través del barbijo", describió. Entonces, ¿los barbijos que servían para otras variantes ya no sirven? "No es que no sirvan, ningún barbijo es una barrera perfecta pero a la variante Ómicron necesitamos ponerle barreras más fuertes", indicó, por su parte, Andrea Pineda Rojas, investigadora del Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera (CIMA) y del Conicet.

Pineda Rojas recordó que una de las principales vías de contagio del coronavirus son los aerosoles, "esas pequeñas gotitas (invisibles) que emitimos cuando exhalamos y que por su pequeño tamaño quedan suspendidas en el aire". "Un barbijo con material y ajuste adecuados permitiría filtrar ese aire que inhalamos y exhalamos protegiéndonos tanto del contagio en proximidad como a distancia", detalló. En ese sentido, "un barbijo común podría ser útil en interacciones cortas en exterior porque frena "la pluma", esa concentración de aerosoles que emitimos cuando hablamos y que se va dispersando a medida que se aleja del emisor. Pero en cercanía y sobre todo cuando no se puede mantener la distancia durante cierto tiempo (por ejemplo, en el colectivo), el uso de un buen barbijo es clave", dijo Pineda Rojas. Sin embargo, muchos de los barbijos que se usan dejan pasar aerosoles (ya sea porque no ajusta bien o porque el filtro es malo). "En ese caso no ofrecen una buena protección en interiores o incluso en exteriores durante interacciones prolongadas", completó.

El estándar de oro de los barbijos es el denominado N95. "Es un barbijo que se ajusta por atrás de la cabeza y tiene un calce en la cara muy particular con el objetivo de que no quede ningún tipo de "fuga" y se adecue muy bien al rostro. Pero, además, el material filtra a partir del 95% de los aerosoles que respiramos y exhalamos", describió Minoldo.

A la hora de las desventajas, mencionó que "es caro y, a diferencia de los otros, su producción no escaló a niveles masivos por lo que es posible que si toda la población quisiera usarlo no alcanzaría".

Los que son más accesibles son los KN95. "Estos barbijos tienen cinco capas, también poseen capacidad de filtrado del 95% y se sujetan detrás de la oreja. Las desventajas que tienen es que los que no se utilizan con fines médicos no tienen control y que en algunos casos quedan grandes o chicos y esto hace que no se ajuste bien a la cara", añadió. También están los quirúrgicos (los celestes y blancos de tres capas) que, aunque son mejores que los de tela y más accesibles económicamente, no tienen tan buena capacidad de filtrado y tienen mal ajuste.

En todos los casos, la especialista identificó el "triángulo" que se produce entre la nariz y los pómulos y el costado de los barbijos como "los lugares donde más se cuela el aire; es muy importantes adecuar a nuestra cara los que vienen con clip nasal para evitar esa fuga", aseguró.

En último lugar de eficacia están los barbijos de tela. "Al principio de la pandemia se incentivaron porque no había suficientes barbijos de calidad para todos; hoy esto ya se superó. Los barbijos de tela no tienen ni buen ajuste ni buen material", señaló.

Minoldo indicó que más allá del ajuste y el material "también hay que contemplar otros detalles como que no se humedezca rápidamente (porque ahí se modifica el proceso de filtrado), que sea cómodo (porque eso es clave para la adhesión al uso) y que no se use más de lo indicado".

Los especialistas aconsejan mejorar su eficacia "con material y ajuste apropiado". Son decisivos para una mayor protección.

  • 120.982 contagios y otros 189 decesos

Otras 189 personas murieron y 120.982 fueron reportadas con coronavirus en las últimas 24 horas en la Argentina, con lo que suman 118.420 los fallecidos registrados oficialmente a nivel nacional y 7.318.305 los contagiados desde el inicio de la pandemia, informó ayer el Ministerio de Salud.

La cartera sanitaria indicó que son 2.330 los internados con coronavirus en unidades de terapia intensiva (UTI), con un porcentaje de ocupación de camas de adultos de 44,5% en el país y del 45% en el Area Metropolitana de Buenos Aires (AMBA). Del total de contagiados desde el inicio de la pandemia, 6.295.472 ya obtuvieron el alta médica, en tanto que 904.413 permanecen activos.

En relación a los testeos del día sumaron 165.124, mientras que los totales desde el inicio de la pandemia alcanzaron la cifra de 30.919.035.