A 40 años de la restauración de la democracia en el país, los argentinos concurrirán a votar el 22 de octubre por décima vez en una elección presidencial y, a diferencia de 1983, lo harán por sufragio directo, ya que en esos comicios el radical Raúl Alfonsín fue ungido primer mandatario por el colegio electoral que regía en la Constitución nacional en ese entonces. Así comenzaba el ciclo democrático más largo de la historia desde el primer golpe de Estado, en 1930.

La Cámara Nacional Electoral (CNE) oficializó el jueves pasado el cronograma de los comicios, que incluye primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) el 13 de agosto y elecciones generales el 22 de octubre, para elegir presidente y vice, la renovación parcial del Congreso y del Parlamento del Mercosur.

En caso de que la fórmula triunfante no alcance más del 45% de los votos o más del 40% y una diferencia de más de 10 puntos respecto del segundo candidato, habrá balotaje -tal como se estipuló en la reforma constitucional de 1994- y la fecha será el 19 de noviembre, apenas tres semanas antes de que asuma el nuevo presidente, el 10 de diciembre.

Es altamente probable este año que se abra un escenario de balotaje con la irrupción del fenómeno del libertario Javier Milei, que le restaría puntos clave a las dos coaliciones principales para un eventual triunfo en primera vuelta.

Desde el retorno de la democracia en Argentina, la participación de los ciudadanos en los actos electorales siempre estuvo por encima del 70 por ciento; exceptuando las elecciones PASO de 2021, realizadas en el contexto de la pandemia de coronavirus.

Con una participación cercana al 68 por ciento del padrón electoral, los comicios del 2021 en plena pandemia por coronavirus fueron la elección con más baja participación, de acuerdo a datos publicados por el portal www.argentina.gov.ar.

Según el relevamiento de datos históricos, las cifras más altas de participación se registraron en las elecciones de los años 1983 y 1989, superando más del 85 por ciento en los dos procesos electorales inmediatamente posteriores a la recuperación democrática.

"En 1983 la gente se volcó y pidió democracia. Fue un hito en la historia argentina ese nivel de participación y han seguido siendo participativas en estos 40 años", expresó al respecto Alberto Dalla Vía, titular de la Cámara Nacional Electoral.

"Obviamente cuando se elige un presidente la elección tiene un condimento mayor que cuando son las elecciones legislativas y eso se ve en los índices de participación, y también se ve en el exterior de la Argentina: la gente va mucho más a votar cuando siente que participa del cambio", evaluó Dalla Vía.

En las elecciones siguientes de la década de 1990 los porcentajes bajaron, pero no de manera considerable, ya que la participación se mantuvo constante en un 82%.

Tras la crisis de 2001 -cuando la renuncia del presidente Fernando de la Rúa desencadenó una sucesión de varios mandatarios interinos-, el porcentaje de la ciudadanía que ejerció su derecho al voto se mantuvo por debajo del 80% hasta el año 2015.

Por su parte, en las elecciones presidenciales del 2019, la participación en las PASO estuvo en un 76,40%, en tanto que en las generales el porcentaje superó el 80%. Esa tendencia, en la cual en las elecciones generales hay mayor concurrencia a las urnas que en las PASO, se repite desde que se implementaron por primera vez las primarias.

Esto también se puede ver reflejado en las últimas elecciones de 2021, cuando en las PASO la participación fue de un 67,78%, en tanto que en las generales el porcentaje de participación se elevó a un 71,39%, de acuerdo a los datos del portal www.argentina.gob.ar.

De haber balotaje presidencial este año, será el segundo. En 2015 Mauricio Macri (Cambiemos) le ganó ajustadamente a Daniel Scioli (Frente para la Victoria). Desde la reforma constitucional de 1994 se vota en forma directa para elegir la fórmula a presidente y vicepresidente de la Nación, a diferencia de 1983, cuando regía el Colegio Electoral, que establecía un sistema indirecto de elección. Así regía el Colegio Electoral, creado por la Constitución de 1853, que tenía como función elegir al presidente y vice y para lo cual los ciudadanos elegían por sufragio directo a representantes que, a su vez, reunidos definían la fórmula ganadora. De esa forma, el binomio Carlos Menem-Carlos Ruckauf fue electo presidente en 1995, por primera vez por el sistema de sufragio directo, vigente a la fecha.

El deber de debatir antes de las urnas

La ley argentina estipula desde 2016 dos debates obligatorios previos a la elección presidencial: este año se harán los domingos 1 de octubre en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires -tal como se hizo en 2015- y 8 de octubre, en la capital de una provincia argentina del norte -aún no definida. Esta será la diferencia con el de Scioli y Macri, que se realizó en la Universidad Nacional del Litoral, en Santa Fe.

El debate entre los dos primeros candidatos, si hay balotaje, será el 12 de noviembre, en la Facultad de Derecho de la UBA.