La muerte de Eva Perón llenaba hace 70 años de congoja a los sectores populares que veían en su figura la concreción de sueños postergados y un símbolo de los derechos conquistados gracias a la impronta que le aportó al gobierno de Juan Perón, su esposo y presidente.

Durante 16 días, del 27 de julio al 9 de agosto de 1952, varios argentinos peregrinaron bajo la lluvia para despedir a Evita, la 'abanderada de los humildes' y ese prolongado sepelio se convirtió en uno de los hechos de masas más importantes de la Argentina del Siglo XX.

‘Examen de conciencia’. ‘Hice un examen de conciencia y estoy tranquila con Dios. Yo no hice otra cosa que atender a los pobres’, dijo Eva antes de morir.

María Eva Duarte nació en la localidad bonaerense de Los Toldos el 7 de mayo de 1919, fruto de la relación entre el estanciero Juan Duarte y su madre, Juana, una puestera de esa zona aledaña a la ciudad de Junín.

Cuatro años después de la muerte de Juan Duarte, Juana debió abandonar su vivienda para radicarse en Junín con Eva y sus otros cuatro hermanos: Blanca, Elisa, Juan y Erminda.

En 1935, Evita, quien ya mostraba sus dotes artísticas, decidió viajar a Buenos Aires, donde iniciaría una carrera al participar en películas y radioteatros.

Su vocación política y social se manifestó en los primeros años de los '40, al participar de la fundación de la Asociación Radial Argentina, una entidad gremial que supo presidir.

Con el propósito de recaudar fondos para las víctimas del terremoto de San Juan (1944), la Secretaría de Trabajo y Previsión, encabezada por el entonces cada vez más influyente coronel Perón, organizó un festival artístico en el Luna Park.

Herencia. La consagración del voto femenino en 1947 hizo que Evita pasara a la historia como la ‘artífice de los derechos políticos de la mujer en Argentina’. Dejó una herencia inconmensurable.

Es allí donde el militar, figura central del movimiento que el 4 de junio de 1943 tomó el poder, conoció a la joven actriz, con la cual inició una relación.

Perón y Eva convivían antes del 17 de octubre 1945. Poco después de la gran movilización obrera ocurrida en esa fecha, que permitió la liberación del coronel, se casaron.

Luego de las elecciones de 1946 y de la asunción de Perón como presidente constitucional, María Eva Duarte de Perón asumió un papel relevante dentro del nuevo gobierno, al asumir la defensa de los derechos de las mujeres. Fundó el Partido Peronista Femenino y fue clave para la instauración de nuevos sindicatos.

En enero de 1950, Evita fue operada de apendicitis y en esa intervención se detectaron los primeros síntomas del cáncer de cuello uterino que la aquejaba.

Esa afección, más las presiones políticas de aquellos que no veían con buenos ojos su figura, determinaron el renunciamiento de Evita a la candidatura de vicepresidenta. Aconteció en el marco de un multitudinario acto que la Confederación General del Trabajo (CGT) organizó el 22 de agosto de 1951 en la Avenida 9 de Julio.

El 11 de noviembre de aquel año las mujeres argentinas votaron por primera vez en elecciones libres, en las que se impuso Juan Perón. Con su salud deteriorada, Evita sufragó desde su lecho de enferma en un hospital de Avellaneda y la noción de que su final estaba cerca comenzó a ganar fuerza entre los simpatizantes del peronismo.

El escritor David Viñas, entonces un joven de 22 años, fue fiscal del radicalismo en esa jornada y presenció el único voto que formuló en su vida Evita, quien nunca ocupó ningún cargo público.

'En el momento de producirse el sufragio estaba el periodismo. Eva pide que ingrese el fotógrafo. Así se hizo. Pusieron una silla, ella se sentó. Ese es el momento que quedó registrado', evocó el escritor.

Una fiscal le acercó la urna y Evita, quien había sido operada recientemente, ejerció su derecho cívico. 'Ya voté', dijo lacónica y lloró de modo contenido ante Perón, funcionarios y las autoridades de mesa.

Con los gremios. En la Secretaría de Trabajo, Evita tuvo un papel clave en el vínculo con gremialistas.

'Cuando salimos a la calle, llovía. Había decenas de mujeres con la cabeza cubierta con un pañuelo que se parecían a las Madres de Plaza de Mayo. Ese era el pueblo', contó Viñas.

Aunque se intentó minimizar el avance de la enfermedad de Evita, en las reparticiones públicas se colocaban ya bustos que la exaltaban. Así, el 20 de julio, la CGT organizó una misa en el Obelisco para pedir por la salud de quien en esos días había sido declarada como 'la Jefa Espiritual de la Nación'.

'Anoche hice un examen de conciencia y estoy tranquila con Dios. Yo no hice otra cosa que atender a los pobres, a los trabajadores, y quererlos y trabajar fanáticamente por Perón. ¿Qué mal puede haber en eso? Si alguna falta he cometido en mi vida, con estos dolores ya he pagado suficiente', le confió Evita a Perón en medio de la dolorosa convalecencia que la aquejaba en esos grises días de julio, según contó el líder del justicialismo en el libro 'Del poder al exilio'.

Considerada una figura de referencia para sectores humildes, Eva Perón impulsó el voto femenino y la patria potestad.

El propio Perón narró que un día antes de morir, Evita le dijo en un susurro que salía de su cuerpo ganado por la metástasis: 'No abandones nunca a los pobres, Juan, son los únicos que saben ser fieles'.

Eva, de apenas 33 años, entró en coma el 26 de julio, en horas de la mañana y, según la historia oficial, su deceso se produjo a las 20.25, y poco después de una hora, el locutor Jorge Furnot confirmaba la triste noticia al país por la cadena nacional.

Se declaró entonces un duelo que se extendió hasta el 11 de agosto, y hasta ese día no hubo funciones de cine, teatro, ni tampoco espectáculos deportivos, mientras las radios transmitían música sacra.

Los restos fueron velados primero en el Ministerio de Trabajo, y luego trasladados al Congreso Nacional, por donde desfilaron durante días cientos de miles de personas para despedir a la mujer que había entregado los mejores años de su vida a su tarea social y política.

Luego, su cuerpo sería depositado en la sede de la CGT, en la calle porteña Azopardo, donde el médico español Pedro Ara le dio un tratamiento para embalsamarlo a la espera de que se le construyera un mausoleo, algo que la caída del peronismo frustró.

Tras el golpe de Estado perpetrado en septiembre de 1955, el cadáver de Evita fue secuestrado y peregrinó durante años por distintos lugares, hasta que recibió sepultura con la falsa identidad de una monja en un cementerio de Italia. Recién en 1971, los restos fueron entregados por militares argentinos a Perón en España, donde se encontraba exiliado. Télam