A los 85 años murió Eduardo César Angeloz, el radical tres veces gobernador de esta provincia, candidato a presidente en 1989 -fue derrotado por Carlos Menem-, senador nacional y juzgado y absuelto por enriquecimiento ilícito. Víctima de una larga enfermedad, su última aparición pública fue el año pasado cuando la Unión Cívica Radical de Córdoba buscó saldar una deuda interna y lo designó titular honorario del partido.

Hace un año también el gobernador Juan Schiaretti -quien fue la última persona ajena a la familia que lo visitó en la clínica donde estaba internado- le entregó el reconocimiento Brigadier Juan Bautista Bustos y le dio un bastón de mando, atributo que Angeloz nunca había recibido por ser el primer mandatario al regreso de la democracia, en 1983.

"Le devolvió a Córdoba la autoestima que la dictadura le quitó", dijo Schiaretti quien lo calificó como "un hombre de convicciones firmes". Angeloz juró como gobernador, la primera vez, el 12 de diciembre de 1983, tenía 52 años y hacía 30 que había ocupado su primer cargo partidario en la UCR; después fue diputado provincial (1963) y senador nacional (1973).

Llegó al poder con las banderas de un "radicalismo diferente". Gran orador, con tono doctrinario, su estilo marcó una época en esta provincia. El apoyo popular que logró en los primeros años de gestión lo empujó a reformar la Constitución en 1987 para habilitar su reelección. En esas épocas presentaba a Córdoba como "una isla" en un país donde los problemas económicos y sociales eran crecientes.

A mediados de 1988 le ganó la interna radical al chaqueño Luis León y se convirtió en el candidato a presidente del partido; soñó con suceder a Raúl Alfonsín. Compitió con su ex compañero en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Córdoba, Menem y perdió.

En su campaña prometió usar "el lápiz rojo" (en alusión a ordenar y achicar el Estado) y, además, hizo que pasara a la historia política argentina la frase "la silla vacía". Fue cuando Menem faltó al debate organizado por "Tiempo Nuevo", el programa de Bernardo Neustadt.

Como buen "político de raza" pensó que podría ser nuevamente candidato y hasta se atrevió a decir que a él nunca debería "utilizar un auto con vidrios polarizados" como Alfonsín cuando se debió retirar antes del poder. No imaginó que años después no podría andar caminando por el centro de la ciudad.

Derrotado a nivel nacional, fue por el tercer período como gobernador forzando una interpretación de la Constitución y desoyendo a los dirigentes y amigos que le advertían del desgaste y los peligros de más de una década en el poder.

Pocos días antes de la elección asesinaron al ex senador radical Regino Maders, quien había denunciado supuestos ilícitos en la empresa provincial de energía (Epec). Ese crimen -en cuya causa Angeloz declaró- lo persiguió durante mucho tiempo.

El 6 de julio de 1995 una llamada de un ministro desde Estados Unidos anunciándole el fracaso en la gestión de un crédito implicó la caída de su gobierno. Ya tenía sucesor, Ramón Mestre había sido electo en mayo. Pero ni su peor pesadilla Angeloz había soñado irse en medio de corridas, protestas y la Casa Radical incendiada.

La caída había empezó con la crisis del Tequila, la virtual quiebra de los dos bancos oficiales y un Domingo Cavallo que se jactaba de que no le daría "un peso" a la provincia. El 6 de julio de 1995 en un discurso interrumpido por el llanto renunció en cadena provincial.

Un mes después el gremio bancario lo denunció por presunto enriquecimiento ilícito; el fiscal inició acción penal y, a comienzos de 1996, fue suspendido como senador nacional para que el proceso siguiera. Dos años después, en fallo unánime, la justicia lo declaró inocente. En 2014 presentó su libro "La memoria necesaria".