Dos de los tres predios de La Salada -Urkupiña y Ocean- reabrieron sus puertas ayer después de permanecer varias semanas cerradas por la investigación contra Jorge Castillo, conocido como el Rey de La Salada. Con su reapertura, la fundada en 1992 por inmigrantes bolivianos, deberá cumplir con ciertos requisitos: todos los puestos deben estar registrados, se prohibe vender indumentaria que viole la ley de marcas, los empleados deben estar bancarizados y el pago será sólo con tarjeta. Es decir, que queda prohibido el uso de efectivo, principal vía para la evasión fiscal.

Los titulares de los puestos deben contar con constancia impresa de su suscripción ante el ARCA, cada empleado que trabaje debe estar inscripto en los organismos correspondientes y se deberá emitir el comprobante de venta. Mientras que, si se trata de un inquilino del puesto, se tendrá que presentar el contrato de alquiler, constancia de procedencia de la mercadería expuesta y también la emisión de comprobantes de venta. Además, las sociedades tendrán 90 días para designar nuevas administraciones para regularizar la situación. Esto se suma a la incorporación de sistemas bancarizados para el cobro en los predios.

La Justicia ordenó la reapertura de La Salada, la feria más grande de Sudamérica ubicada en Ingeniero Budge, Lomas de Zamora, mientras su principal referente, Jorge Castillo, continúa preso acusado de lavado de dinero, asociación ilícita y evasión fiscal, entre otros delitos.

La feria perjudicó la imagen de la Argentina en el mundo: EEUU y Europa la califican como “un emblema mundial del comercio y la producción de mercadería falsificada”. Además, la feria representaba un enorme foco de evasión, que suma su importante grano de arena para complicar el objetivo de sostener el equilibrio fiscal.