Luis Varesse, el escritor y su obra.


Apiladas en un rincón, donde duermen las cosas que esperan ver la luz algún día, están mis humildes versos. Como pájaros enjaulados, sus alas, entumecidas de tan largo encierro, se atrofian lentamente y parece que nadie se da cuenta. Y ese nadie soy yo, su responsable, porque los traje al mundo y los sujeta tal vez mi poca fe en ellos, pudor, u otras aprehensiones. Quién sabe. En estos poemas olvidados reflexionaba, mientras mi amigo Luis Varesse presentaba su nuevo libro de versos. Él confía en ellos, y no teme desnudar sus sentimientos. Desafío al que se enfrenta todo aquel que escribe, sabedor que una mente sagaz puede escudriñar lo que guarda en su interior. No le importa y los libera, abre aquella jaula y deja que sus pájaros tomen vuelo, que todos los vean y descifren las claves. "Poemas hacia el final del día" se titula, y se añade a otras sueltas de aves anteriores, "Libros de otoño", "Sobre imágenes y rimas", y "100 pequeñas obras completas", que invito a leer. Esta vez son 164 poemas. Extraigo dos. El primero, "Lágrimas de luna", dedicado a María Silvia. La identificación de la musa, que en otras poesías queda apenas insinuado, o directamente oculto, mueve a detenerme con especial atención. Él liberó ese pájaro, que lleva una carta en forma de lágrima, y me detengo a gozarme en su revoloteo. "Hoy vi sigilosas lágrimas, hacia la noche entrada, sin razón aparente caer. Pero yo advertí el porqué. Hay en ti, tanta inquietud y cariño sin comprender. Y hay en mí, tiempos y desazones, y miedo por el porvenir. Y todo eso tú lo presientes. Pero yo lo sé. Algún día entenderás, hija mía, lo que hoy recelaste sin ver. Pero nada puedo contarte. Sólo queda guardar el instante, y escribir. Porque cuando tú llorabas, yo sufrí y bajo la misma luz, a tu lágrima en la habitación, se le unió la mía en el jardín". Conmovedor. El otro se llama "Luciérnaga", dedicada a otra de sus hijas, María Celia. "En realidad alguien lo escribió. Sentimientos hilvanados en nueve versos. Yo solo lo rescaté, después de una esquina, papel arrugado entre arbustos detenido. Pero que te ofrezco hoy niña, como si fueran míos. Porque ellos se adaptan a tus modos, conductas, pareceres y desafíos". "Eres como una luciérnaga de día. A igual que aquella, a vientos te enfrentas, y páramos y jardines atraviesas. Te mueves en forma permanente y tu luz, aun a pleno sol ilumina. A veces lento farolito que escudriña selvas, otras como relámpago de tormentas, siempre con chispitas jugando a ser estrellas". "Estas palabras redimidas, son para ti hija. Entre tú y yo sólo líneas nacidas, cuando los tiempos abruman con temores y los recuerdos persiguen y encierran. Cuídate por favor, niña luciérnaga. Sé fuerte, sé firme, sé delicada, pero no dura. Y tus horizontes jamás pierdas, ni luces, ni formas ni sonrisas". Luis Varesse, te felicito. Mereces ser leído. Será como seguir el emancipado vuelo de tus pájaros.



Por Orlando Navarro
Periodista