Comprender al hombre del Siglo XXI nos significara un avance en nuestra consideración y por consiguiente marcará el rumbo de nuestra sociedad y de las ciencias humanas y sociales.


¿Qué ventajas nos ofrece esta perspectiva? La primera es la del reconocimiento de quiénes somos y qué queremos. Venimos transitando el paradigma del siglo pasado instalado desde que el hombre se constituyó en dominador de la naturaleza a través de distintos inventos y por los cuales en forma vertiginosa se expandió por el mundo y fuera de éste. Este paradigma que todavía tiene sus secuelas, se formula en los siguientes términos: "hay que trabajar menos y producir más''.

"A mucha gente le resulta imposible enfrentarse a una tarea tediosa. Otros, en cambio, aunque sientan pereza, logran motivarse...''

En los tiempos que corremos, no es que se haya abandonado este paradigma. El hombre actual no sólo lo ha confirmado sino que lo está "superando'' en detrimento de su propia humanidad. Hoy el hombre quiere "producir lo que no tiene'' una severo llamado a la voluntad de generar por sí cambios que impliquen mejorar su propia línea de ser.


Por ello dar con un nuevo paradigma que identifique al hombre actual sería más que un acierto, una definición de él mismo y de su manera de encauzarse en el mundo que transitamos. De todas formas los aspectos que tomamos en cuenta sirven de proyección para este ensayo de nuevo paradigma, al menos avizorándose en proyección. El mismo quedará expresado en los siguientes términos: "ante todo lo que hagamos, el menor esfuerzo''.


A mucha gente le resulta misión imposible enfrentarse a una tarea tediosa. Otros, en cambio, aunque sientan pereza, logran motivarse y poner manos a la obra. Ahora la neurociencia ha hallado respuestas en el cerebro que explicarían el porqué de esa actitud distinta ante el esfuerzo. (Sáez, 2014). Algunos de los rasgos más característicos del hombre de hoy, que tiene una particular incidencia en el modo de entender, vivir y presentar la vida nos mostraría el siguiente perfil: Aguda conciencia del propio "yo'', de la propia dignidad y de la libertad personal, que -mal entendida- hace caer no pocas veces en el individualismo y en la insolidaridad; debilidad de pensamiento, que le lleva a carecer de convicciones profundas; inconsistencia de las propias ideas; fragmentación en los conocimientos; carencia de grandes visiones de conjunto; predominio del sentimiento sobre la razón, de la intuición sobre la lógica, de la emoción estética sobre la verdad y la realidad; excesiva dependencia del ambiente exterior, y falta de verdadera libertad y de reciedumbre interior; miedo al verdadero silencio y a la soledad interior; cambio de vocabulario, con cierto afán por usar palabras nuevas, pero sin verdadera 'conversión'' o cambio de mentalidad y de actitudes vitales; grave confusión en la escala de valores, e incluso ausencia total de valores; fragilidad psicológica, que se traduce en inconstancia e inestabilidad afectiva; fascinación por lo 'nuevo'', con pérdida, a veces, del sentido de origen y de tradición y, por lo mismo, con un cierto 'desarraigo'' vital; rechazo, casi instintivo, de todo formalismo y de toda 'imposición'' que no parezca claramente razonable y que no se presente suficientemente razonada, etc. (Alonso, 2008) Este misionero claretiano con su posición a descripto este nuevo paradigma que presentamos por lo que traerlo a colación nuevamente nos acercará a una conclusión. "Ante todo lo que hagamos, el menor esfuerzo"", será un llamado de atención para nuestros tiempos, el de revertir este paradigma que parece profundizarse. En el avance de las ciencias, desarrollo, producción y educación, está el desafío.

Por el Prof. Mario Daniel Correa D'Amico
Filósofo y pedagogo, profesional de la educación con doctorado y especialización en el Área.