En estos días he leído algunos artículos que insinúan que los humanos contemporáneos son menos inteligentes que sus ancestros. Tal afirmación se basa, entre otras cosas, en estudios recientes sobre el Coeficiente Intelectual (CI). Estos demostrarían que, en la actualidad, el CI es más bajo que las mediciones hechas a principios del 1900. También se indica que los jóvenes actuales tienen menor capacidad de pensamiento crítico que sus bisabuelos.


El CI fue inventado por Alfred Binet, a quien, en 1905, el Ministerio de Educación de Francia le pide que proponga una fórmula que permita identificar a los niños con problemas de aprendizaje. Posteriormente, se asumió como una de las formas más utilizadas en todo el mundo para "medir" la inteligencia en un individuo. Sin negar el gran aporte que significó para la educación este test durante mucho tiempo, lamentablemente, muchas veces se ha utilizado para una evaluación discriminatoria que terminó promoviendo una mayor exclusión.

"Usar el CI para medir la inteligencia y decir que somos menos inteligentes, es como decir que las comunicaciones han empeorado porque hay menos teléfonos fijos".

Siempre son riesgosas las generalizaciones sobre cuestiones tan complejas, pero en educación, este coeficiente es muy polémico y se habla de otras inteligencias (múltiples, emocional, social, integradas, etc.) para medir el desarrollo de los estudiantes, sobre todo con los últimos avances de la neurociencia. Encima ahora aparece la Inteligencia Artificial que si bien está fuera del cerebro, contribuye a que los humanos podamos enfrentar problemas antes irresolubles sin su aporte.


Usar el CI para medir la inteligencia y decir que somos menos inteligentes, es como decir que las comunicaciones han empeorado porque hay menos teléfonos fijos.


¿No será que los mayores tenemos que aprender a desaprender muchas cosas que damos por ciertas y no lo son?


Se dice también en estas afirmaciones que hay menos pensamiento crítico. Pero si miramos la criticidad de los jóvenes bajo la cantidad de decisiones que toman, contrariando lo que sus mayores consideran como correcto (por ejemplo la asistencia a fiestas clandestinas a pesar del riesgo de vida de la pandemia) ¿no nos debería preocupar más que en realidad tengan "tanto" pensamiento crítico?


Muchos creen que todo tiempo pasado fue mejor. Pero ¿no será también que nos cuesta entender la realidad y tenemos una mirada excesivamente peyorativa sobre el tiempo presente, los jóvenes y en general, sobre lo nuevo y lo desconocido; y esto nos aleja de la posibilidad de proponer al debate una mirada innovadora, constructiva, equilibrada y alternativa, que no tenga que ver solamente con "cierta nostalgia"?


Existen al menos dos posibles enfoques para interpretar lo que nos pasa:

1) intentar recuperar lo perdido o; 2) mirar el tiempo presente y a sus protagonistas como la gran oportunidad para profundizar la construcción de una sociedad cada vez más humana, fraterna y solidaria.
Por eso es bueno que nos preguntemos: ¿cómo influyen en mí el deseo de recuperar el pasado y el desafío de construir el futuro? ¿Con cuál de las dos actitudes me identifico más?

Por Gustavo Carlos Mangisch 
Director de Innovación y Calidad en Educación del Espacio
Excelencia y de la Maestría en Nuevas Tecnologías (UCCuyo)