Como ya hemos dicho en artículos anteriores, la familia es el mejor ambiente para cumplir el deber de asegurar una gradual educación afectivo-sexual de los hijos. Cuenta con reservas afectivas capaces de llevar a aceptar, sin traumas, aun las realidades más delicadas e integrarlas armónicamente en una personalidad equilibrada. La educación en el valor del amor y la sexualidad comienza desde la cuna y es un deber de los padres y un derecho de los hijos. Pero esta formación hay que hacerla de una manera sana, clara, correcta, digna y adecuada. Es indispensable que se encarguen los padres con discreción, prudencia, método y tacto, y no dejen librada esta tarea solamente a la escuela, que es subsidiaria de la familia y no la reemplaza.

Es indispensable que los padres se encarguen de esta educación con discreción, prudencia, método y tacto, y no dejar librada esta tarea a la escuela, que es subsidiaria de la familia y no la reemplaza.


Estimados padres: estos son los principales criterios a tener en cuenta a la hora de brindar la educación afectivo-sexual de los hijos:


a) Claridad en las explicaciones sin tantos detalles que al final el niño no entienda y se confunda por la complejidad de las mismas. Solamente lo que necesita saber a su edad.


b) Decir siempre la verdad, pero con delicadeza y de acuerdo a la edad y la capacidad de asimilación del niño (sin vulgaridad ni crudeza), pero si llamando a las cosas por su nombre.


c) Hablar con gran sencillez como cualquier otro tema que despierte la curiosidad del niño, sin que se note que este tema es algo especial. Siempre hay que averiguar por qué pregunta lo que pregunta, a fin de dar una respuesta acertada a su inquietud.


d) Que los hijos sepan que pueden preguntar todo lo que quieran: porque es bueno que quieran saber estas cosas de sus padres. Se requiere por parte de los padres, una permanente disposición de diálogo con los hijos, sobre estas materias o sobre cualquier otra. Si no hay preguntas, entonces aprovechar las ocasiones más favorables que van surgiendo en distintos momentos de la vida. Cualquier momento puede ser el apropiado, cuando surjan espontáneamente las dudas y cuestionamientos, debemos estar preparados para abordarlo con naturalidad.


e) En el cuerpo no hay partes malas: todas las partes son buenas y tienen su finalidad. El sexo no es una realidad mala, sino que se ordena al amor, la fecundidad y la familia. No transferir al niño la maldad o desorden de los adultos.


f) Los órganos sexuales tienen sus nombres correctos: que deben ser empleados con toda naturalidad, en vez de los nombres vulgares que frecuentemente se usan. Con niños muy pequeños se puede tolerar su uso, pero en la medida que crecen y hacia los 5 o 6 años el niño debe conocer el nombre correcto de las partes del cuerpo.


g) La educación afectivo-sexual ha de ser integrada,de manera que englobe los distintos aspectos que conforman la realidad sexual. Habrá que tener en cuenta tanto lo biológico, como lo psico-afectivo, lo social y lo espiritual.


h) La educación sexual será gradual, es decir, adecuada a la edad del niño, teniendo en cuenta las principales etapas del desarrollo: los padres deben tener siempre en consideración las exigencias de sus hijos en las diversas fases o momentos de su desarrollo. A medida que van creciendo, se puede ir relacionando la información que se les fue brindando antes con los nuevos interrogantes. Así se realiza una educación continua y constante en todas las edades de los hijos.


El contenido de los temas lo indicaremos en otra oportunidad.

Por Ricardo Sánchez Recio
Bioquímico legista Policía de San Juan. Orientador familiar. Formador ESI Ministerio de Educación.