En estos tiempos mucho se ha debatido sobre problemas económicos, políticos y sociales. De estos últimos se ha puesto énfasis en la inseguridad, la delincuencia y los casos de violencia social manifestados en cortes de calles u otro tipo de actos que avasallan derechos ciudadanos. Pero acerca de las acciones que van en contra de la moral pública poco se ha dicho, y se continúa cediendo un espacio que además de ser usufructuado por personas sin escrúpulos, carcomen los cimientos de nuestra sociedad.
En este marco cabe señalar aquellas manifestaciones que afectan el pudor de mucha gente que mantiene un estilo de vida basado en una idiosincrasia signada por las buenas costumbres y altos valores morales. Estos ataques, que se traducen en exhibicionismos o la promoción de prácticas vinculadas al sexo, aparecen por distintos medios e inciden en las nuevas generaciones, contaminando la mente de niños y adolescentes a quienes se exhibe un mundo irreal, promovido por los grandes negocios.
Cada vez resulta más difícil proteger a los chicos de este avasallamiento que penetra en los hogares por la televisión que no pone freno a la promoción de las denominadas "líneas calientes", o mensajes de texto ofreciendo imágenes para celulares cargadas de erotismo y discografía con acento centroamericano o cumbia con videos y letras describiendo hábitos propios de un mundo hedonista.
También está la vida de la farándula que, aunque ventilada para un público mayor, ofrece en muchos casos malos ejemplos difundidos por medios audiovisuales en el casi ignorado "horario de protección al menor". Además, telenovelas o películas que dejan de lado la riqueza de un guión inteligente para ofrecer escenas que hace sonrojar a mas de una persona que las observa junto a la presencia de menores.
Todos estos abusos a los que la misma sociedad, integrada por adultos, ha dado lugar sin ningún tipo de resistencia, es lo que está ocasionando la desorientación moral de la juventud. Para ellos ya casi no hay límites, por eso filmar con un teléfono celular lo que es considerado un acto íntimo, ha pasado a ser una práctica de imitación que no repara en el daño personal y social que ocasiona.