Escenas del documental que aborda el polémico caso Nisman.


El presidente Alberto Fernández está de visita en Israel participando de los actos en honor de las víctimas del Holocausto, pero eso no eclipsa su lamentable cambio de postura respecto del caso Nisman, un escándalo que ha sacudido a los argentinos y a buena parte de la comunidad judía en el mundo.


Fernández cambió repentinamente su posición sobre la misteriosa muerte hace 5 años de Alberto Nisman, el valiente fiscal que estaba investigando los lazos de Irán con el atentado de 1994 contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA). El ataque terrorista dejó 85 muertos y 151 heridos.


La muerte de Nisman, que está nuevamente en los titulares tras el estreno del documental de Netflix "El fiscal, la presidenta y el espía", fue originalmente calificada como un suicidio por la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner.


Nisman fue encontrado muerto en el baño de su departamento con un disparo en la cabeza, un día antes de cuando debía testificar ante el Congreso para aportar nuevas pruebas sobre sus cargos de que Fernández de Kirchner había hecho un acuerdo con Irán para encubrir a ese país en el atentado a la AMIA. La investigación de Nisman había concluido anteriormente que el grupo terrorista Hezbollah, respaldado por Irán, había sido responsable del ataque.

"La investigación ha sido tan embarrada que ni siquiera el documental de Netflix llegó a una conclusión si Nisman se mató o fue asesinado".

Pero poco después de su muerte se hizo cada vez más claro que Nisman pudo haber sido asesinado.


En un intercambio de correos electrónicos con Nisman horas antes de su muerte, el fiscal parecía muy seguro de sí mismo y ansioso por hablar, lejos de dar la impresión de una persona deprimida a punto de suicidarse. Varias otras personas que hablaron con él horas antes de su muerte tuvieron la misma impresión.


Incluso el ahora presidente Fernández había dicho en una entrevista de 2017 para el documental de Netflix sobre el caso Nisman: "Dudo que se haya suicidado". Pero, después de estreno del documental, el 1 de enero, Fernández hizo un giro de 180 grados y dijo que "las pruebas acumuladas no dan lugar a pensar que fue un asesinato".


El presidente argentino, que le debe su victoria electoral al apoyo político de su vicepresidenta, ahora obviamente está tratando de protegerla de sospechas de que su gobierno, o alguien que fue parte de él, asesinó a Nisman.


La investigación ha sido tan embarrada que ni siquiera el exhaustivo documental de seis horas de Netflix llegó a una conclusión sobre si Nisman se mató o fue asesinado.


Fernández debería pedir urgentemente una investigación internacional similar sobre la muerte de Nisman. De lo contrario, su viaje a Israel será visto como una estrategia de relaciones públicas.

Por Andrés Oppenheimer
Columnista de The Miami Herald y nuevo Herald, Miami, EEUU.