El desequilibrio de los ecosistemas ya golpea de lleno al territorio argentino, debido al desmonte del bosque nativo, arrasando la biodiversidad con variantes climáticas propias de la desertización. La denuncia de una ONG ambientalista sobre la tala irracional en el Noroeste de Córdoba, en el límite con Chaco señala una flagrante violación a la "zona roja" (protección boscosa) de la Ley de Bosques Nativos, que prohibe alterar el territorio y la intervención humana en cualquier actividad.

El desmonte de tierras con bosque autóctono está prohibido en Córdoba por leyes provinciales, aunque la legislación proteccionista choca con otras normas locales que habilitan avanzar sobre el territorio con la actividad agroganadera e implantación de pasturas exóticas. En este contexto, varias organizaciones sociales han recurrido a la Justicia para que determine la inconstitucionalidad de las leyes cordobesas por sobre la ley nacional.

Mientras se plantea la controversia legal, la deforestación alcanzó las 7.806 hectáreas entre marzo y noviembre último, a un ritmo equivalente a 31,5 canchas de fútbol por día, o entre las 640 y 3300 hectáreas mensuales. La tasa anual de erradicación alcanza las 23,3 hectáreas diarias. El informe indica privado que sólo quedan 600.000 hectáreas de bosque nativo en pie de las 12 millones que tenía Córdoba a inicios del siglo XX, coincidente con un estudio de la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad Nacional de Córdoba, que revela que el 31% del territorio del Noroeste está desertificado para cambiar el uso de suelo y convertirlo en predios cultivables o ganaderos de incierto futuro en los departamentos Ischilín, Río Seco, Sobremonte y Tulumba.