Los más acérrimos y partidarios defensores de una economía capitalista, única y globalizada no hubieran imaginado el desenlace y posibles consecuencias que a nivel mundial pueda tener el detener o postergar el logro de su ideal.

El inicio del populista gobierno de Donald Trump, con su perfil de proteccionismo y nacionalismo, parece que obstaculizará o al menos retardará el proceso de integración China al mundo occidental. Las consecuencias pueden ser variadas y nefastas a nivel económico mundial, por lo cual la administración estadounidense prefirió encarar en esta primera etapa al socio-rival más débil, México para empezar a hacer realidad las promesas de campaña que llevaron al magnate a la Casa Blanca, postergando la jugada más difícil una vez esté afianzado en el poder.

Pero para entender el fenómeno tenemos que hacer un poco de historia y situarnos en la década de los "80, el proceso de deterioro y obsolescencia del régimen comunista de la Europa Oriental y de China en particular, presentaba una oportunidad inédita en términos de mercados y globalización de la Economía, China y la ex URSS debían ser integrados al mundo.

Con una cultura milenaria de trabajo, una productividad por sobre la media mundial y un nivel de austeridad a nivel de consumo e ingreso de su población, el pueblo chino fue puesto a competir, los siguientes 20 años fueron testigos de un crecimiento exponencial en términos de producción y comercialización de productos chinos, la postergada economía china fue la locomotora del auge económico mundial, pero como todos los procesos que no maduran con el tiempo, los problemas no tardaron en llegar.

China se dedicó a prestar dinero a los Estados Unidos para que pudieran seguir comprando bienes fabricados por su productiva industria, haciendo esto a través de la inversión de su enorme superávit en cuenta corriente en dólares del tesoro de Estados Unidos. Este fenómeno mantuvo la moneda china artificialmente baja haciendo que los bienes chinos resultaran todavía más baratos.

De no ser por el comercio bilateral con los Estados Unidos la balanza comercial china hubiera sido deficitaria, ya que el crecimiento continuo de su economía potenció la demanda y consecuente incremento de precios de materias primas de países en desarrollo. En el caso de Argentina el viento de cola de la demanda de commodities, se materializó en un mar de soja que financió las políticas populistas de turno de la década ganada, en un desaprovechamiento de la coyuntura económica solo equiparable al vivido en la segunda guerra mundial.

El financiamiento del consumismo de estados Unidos por esta vía del ahorro chino, implica que la salida diste de ser sencilla, ninguna de las partes involucradas en la relación se puede permitir el lujo de quebrarla. Si China deja de comprar letras del Tesoro Americanas la moneda estadounidense podría hundirse y los más de ochocientos mil dólares perderían su valor.

Esta extraña relación de apertura comercial China hacia el sistema capitalista y el posterior financiamiento de la voracidad consumista de estadounidenses con fondos del austero y productivo pueblo chino, ha sido bautizada por el historiador Niall Ferguson y el economista Moritz Schularick como "Chimérica", una fusión de la cultura occidental y oriental que significó a nivel mundial un crecimiento espectacular, pero representaba una quimera que en algún momento se iba a cortar.

(*) Contador Público Nacional.