"Debemos proponer una educación del "ser'', cambiar el saber por el ser....''


Estamos a un par de meses de concretar en la provincia, en gran parte de la Argentina e incluso en el mundo, un acontecimiento inédito y que tal vez genere un cambio significativo para la vida de los actores involucrados: cognitiva y afectivamente. Este hecho es que nuestros niños y adolescentes no habrán asistido presencialmente a la escuela en todo el año (obviamente sacando los primeros días, intentos aislados y algunos otros más sistemáticos). Este fenómeno ha provocado grandes trastornos y circunstancias, tanto a nivel de conocimiento como en lo emocional. Uno de los cambios tal vez más complejo y preocupante es la perdida de interés y sentido de nuestros jóvenes. Abatidos por la falta de vinculación social propia del ámbito escolar y en especial aquellos jóvenes que cerraban su ciclo este año, se vieron privados de sus ceremonias de finalización habituales. Si a esto se le suma la falta de un norte claro en el ámbito laboral como en el profesional, parece que estamos ante la tormenta perfecta. La falta de motivación de los jóvenes es preocupante, si pensamos como sociedad, que ellos son los futuros líderes, trabajadores, políticos y científicos que podrán sacar adelante el país y al mundo.


Creo que un camino de solución es que desde los ámbitos educativos promovamos el camino del pensamiento creativo. La creatividad es la facultad de crear de producir, de innovar ante circunstancia que pueden ser adversas. Este espacio puede darles a los jóvenes, herramientas para producir su vida, para concretar una praxis con otros y para otros. Esto último es lo que genera la búsqueda y el encuentro de sentido. Este tipo de pensamiento sacará a nuestros jóvenes del individualismo atroz en el que los hemos metido. 


La creatividad e innovación en la escuela y en el contexto de la pandemia puede generar nuevos horizontes. El pensamiento creativo al servicio del proyecto de vida y de la libertad es una de las herramientas más fuertes y significativas que se haya inventado.


En los ámbitos educativos y en la educación familiar hemos puesto durante mucho tiempo la mirada en el saber y en la reproducción de roles sociales que esta pandemia a evidenciados que son obsoletos. Debemos proponer una educación del "ser'', cambiar el saber por el ser.


Los niños y jóvenes de nuestro país no han recibido, los incentivos necesarios para soñar con un futuro que los motive. Esta ausencia de verdaderos incentivos es la que sin duda genera la actual situación de los jóvenes. No hemos permitido que éstos se prepararen para crear e innovar, los hemos estado instruyendo para repetir, modelos familiares, de trabajo, de profesión, modelos de generación de productividad, modelos de consumo, etc.


Es en este punto donde el pensamiento creativo puede ser una alternativa para ello, para retomar la senda de la motivación más allá de las circunstancias complejas que se presenten a futuro. He sido testigo en muchas ocasiones de jóvenes que, cuando se les permite trabajar en el terreno de la creatividad e innovación, han propuesto soluciones inimaginables para muchos de nuestros problemas actuales. El pensamiento creativo es la reflexión creadora, la reflexión que engendra, produce e innova. Por eso, tal vez, debemos cambiar y presentar a nuestros niños y jóvenes nuevas propuestas, nuevos espacios, que piensen en como innovar y crear un mundo mejor para ellos y para su futuro.

Por Jorge Ernesto Bernat
Prof. y licenciado en Filosofía