El miedo es definido como una "sensación de angustia provocada por la presencia de un peligro real o imaginario. También como el sentimiento de desconfianza que impulsa a creer que ocurrirá un hecho contrario a lo que se desea". En cambio, el optimismo, al igual que la esperanza, es la doctrina y la disposición de espíritu que aguarda lo mejor y lo más positivo de todo en psicología, ética y filosofía. Se considera en estos ámbitos como corriente opuesta al pesimismo.


Con estos conceptos, sólo basta retrotraerse al escenario de marzo de 2020, cuando hacía su aparición una medida desconocida a nivel nacional, "la cuarentena obligatoria" en toda la República Argentina. Si bien había un desconocimiento total sobre el virus denominado Covid-19, de manera rápida se comenzó a utilizar una verdad: la pandemia y sus efectos mortales. Y un aumentativo emocional negativo como el miedo, por parte de las principales autoridades de la Nación. Rápidamente, los efectos no se hicieron esperar. Miles de personas dejaron de asistir a las consultas y estudios médicos, en especial aquellos pacientes con enfermedades crónicas.


Con el tiempo se entablaron debates sobre el tema. Pero hay algo que para quienes están ocultos, pero elaborando estrategias de poder político. Entonces observaron que el mensaje del miedo trajo sus efectos y que resulta más fácil gobernar de esa manera que promoviendo medidas más constructivas. Todo lo contrario, "si no te cuidás, contagiás a tu familia y los abuelos pueden morir". Qué hubiera sucedido si en la Segunda Guerra Mundial, el primer ministro británico Winston Churchill, durante los devastadores bombardeos aéreos alemanes, les enviaba a sus compatriotas un mensaje de miedo como por ejemplo: "Quedate en casa para que las bombas alemanas no te maten". No. Todo lo contrario. El veterano político y combatiente en la Primera Gran Guerra les dijo a los británicos por medio de la BBC de Londres: "Lucharemos en las ciudades, en el campo, en las playas y en todo lugar hasta que la victoria sea nuestra y derrotemos a nuestro enemigo". Esa es la diferencia entre transmitir desde el gobierno un mensaje de miedo, que paraliza y rinde a la población con un mensaje constructivo de fe.


Sin embargo, en pleno siglo XXI, durante el año 2020, en plena guerra con un virus, el gobierno izquierdista se compara a diario con los países europeos o vecinos que implementaron medidas que, en primera instancia resultaron negativas, pero que con el tiempo hicieron evidentes el descalabro de las medidas tomadas en el país. No se tuvo en cuenta que los países europeos tienen más espaldas económicas para poder llevar a cabo una cuarentena, que están saliendo adelante, mientras que Argentina es el país con mayor caída del PBI a un 12% y con un 40% de su población por debajo de la línea de pobreza. Para colmo el viceministro de Salud de la provincia de Buenos Aires, Nicolas Kreplak, habló y dijo que "La segunda ola de coronavirus del invierno próximo seguramente tenga una enorme magnitud". Además, comparó la situación sanitaria en la Argentina con la que vivió Europa durante el verano: "Nosotros partimos de mucha más transmisión porque tuvimos un invierno bien largo, entonces partimos de muchos más casos de los que tenían ellos cuando empezó el verano". Más comparaciones odiosas. Más mensaje de miedo.


La pregunta es ¿por qué el mensaje de miedo? Muchos analistas políticos coinciden en que se hace uso político de la pandemia, como en otros países de Latinoamérica.