En otras oportunidades nos hemos referido a la importancia de la familia como célula vital fundamental de toda sociedad auténticamente humana.

La familia es la primera escuela del hombre y son los padres los primeros educadores de sus hijos. El hombre vive en familia, aquella en la que nace y, posteriormente, la que él mismo crea.

Es innegable que cada cónyuge aporta a la familia fundada su manera de pensar, su escala de valores, sus creencias y actitudes; trasmiten así a sus hijos los modos de actuar, las formas de relación con las personas, las normas de comportamiento social, que reflejan mucho de lo que ellos mismos aprendieron e hicieron suyos en sus respectivas familias, para así crear un ciclo que vuelve a repetirse.

Por tanto, la humanización de la sociedad pasa por la familia; tal como sea la familia, así será la sociedad y el hombre. La influencia familiar en la educación infantil está dada porque la familia influye, desde muy temprano en el desarrollo social, físico, intelectual y moral de su descendencia, se transmiten valores, virtudes, principios éticos y religiosos que dirigen la conducta de las personas. "Dime cómo eres, y te diré de qué familia provienes", se podría decir.

Es indudable que el hábitat natural primario por excelencia de la sociabilidad personal humana es la familia. En ella, y por la acción educativa de los padres, se forjan, por un lado los buenos y honrados ciudadanos, o por otro, los agresores y delincuentes sociales.

El niño en su hogar aprenderá a ser virtuoso o vicioso según la escala de valores que impriman los padres, los adultos que le rodean, por la relación que con él establezcan y, muy especialmente, por el ejemplo que le ofrezcan.

Educar correctamente al niño exige que, desde muy temprana edad se le enseñen normas y hábitos de vida que garanticen tanto su salud física, mental y moral, como su ajuste social. Me permito ahora una sugerencia para ayudar y orientar el rol de la familia en la humanización de la sociedad.

Desde la Orientación Familiar proponemos las "escuelas de padres" con el objetivo de contribuir a la capacitación educativa y pedagógica de la familia, a elevar su nivel cultural, a prestar ayuda concreta en los distintos aspectos de la educación de los hijos. Las escuelas de padres posibilitan las consultas con la familia, para abordar preocupaciones o problemas que tengan los padres con sus hijos en el manejo hogareño, en la atención a sus necesidades, etc.

Permiten el debate y la reflexión entre padres y orientadores familiares, posibilitan la participación de las familias que exponen sus dudas, opiniones, intercambian sus experiencias, sugerencias y consejos y, llegan a conclusiones y a tomar acuerdos acerca de conductas y estilos a seguir sobre una actuación o problema específico.

La formación educativa de las escuelas de padres, su carácter participativo e interactivo, otorga a esta forma organizativa de educación familiar magníficas posibilidades de cumplir con los propósitos que se plantea: contribuir a la concientización y su preparación para que realicen una educación más positiva de sus hijos.

(*) Orientador Familiar. Lic. en Bioquímica, prof. de Química