Kahneman ha sido el primer psicólogo en ganar el premio Nobel de Economía. Logró unir dos disciplinas supuestamente opuestas, una pasional, la otra "racional". Cómo se forma el juicio humano y cómo se toman decisiones son temas evidentemente psicológicos pero no lo habíamos advertido hasta que él lo sistematizó. Nacido en Tel Aviv, licenciado en la Universidad Hebrea de Jerusalén y catedrático actual de Princeton, en 2002 fue el primer no economista en ganar el máximo galardón al que puede aspirar un científico. Luego de realizar varias experiencias con personas puestas a prueba con dilemas sencillos, llegó a conclusiones geniales. Por ejemplo, "los humanos buscan el riesgo cuando todas sus opciones son malas". O sea, se prefiere el status quo aunque no sea tan bueno mientras que garantice que no habrá pérdidas. Nuestras abuelas sin otro conocimiento que la práctica de vida lo decían: "más vale pájaro en mano que cien volando", es preferible tener una ganancia menor pero segura a arriesgarlo todo para ganar mucho más. Volviendo a la frase inicial, se acepta el riesgo sólo cuando todas las opciones son malas. Pero el descubrimiento que más habría entusiasmado al primer mandatario que se pretende reelegir en un escenario más bien adverso y confuso el año que viene, es otra experiencia: el llamado "punto de referencia" que es el estado anterior con relación al cual se evalúan las ganancias o las pérdidas y el "principio de disminución de la sensibilidad". Dice Kahneman que si uno prende una luz muy tenue en una habitación a oscuras produce un gran efecto, pero si esa misma intensidad de luz se agrega a una habitación bien iluminada pasa inadvertida. ¿Cómo puede este principio de disminución de sensibilidad ser útil a las elecciones del año que viene? Sencillo, si luego de varios meses de gran oscuridad económica aparece una lucecita de esperanza en un par de meses previos al comicio, será indefectiblemente interpretado como un gran avance. Eso ya se vio en nuestro país en dos ocasiones recientes, con el lanzamiento del Plan Austral de Sorrouille-Alfonsín y con la convertibilidad de Cavallo-Menem, los dos casos con puntos de referencia muy bajos, tanto es así que con pequeños resultados positivos en baja de la inflación y reactivación del crédito ganaron cómodamente elecciones que se consideraban perdidas. En aquellos casos se estaba mucho peor que ahora en medio de sendas hiperinflaciones. La apuesta sería entonces lograr esa pequeña mejora antes de las elecciones. El otro asesor inesperado es Dick Morris, politólogo que asesoró a Bill Clinton en USA y que inauguró lo que él mismo llamó "la triangulación". No es otra cosa que mantener el discurso propio desde lo verbal pero apoderarse en la acción de las propuestas del opositor. Clinton, siendo demócrata, dejó el país con superávit fiscal, algo que se supone que harían los republicanos conservadores. Bono de fin de año, aumento de los impuestos, regresar fondos a las provincias (muchas no lo reconocen pero están recibiendo mucho más dinero que antes por coparticipación y es la razón por la que 21 senadores opositores levantaron la mano para aprobar el presupuesto), destinar el 70% del presupuesto a jubilaciones, pensiones, AUH y salud, son acciones que sus seguidores más rancios califican de peronistas y tienen razón. Macri intuye, con encuestas en la mano, que no perderá esos votos propios que son muy culturales de gente que se cansó de escuchar la marchita y quiere salir del populismo. Si finalmente logra conjurar con algunas de las medidas recientemente anunciadas los paros de Moyano o la CGT, la CTA o quien fuere para que el fin de año se pase en paz, habrá tenido los resultados que habría aconsejado Morris. Hablándole a su público pero actuando de manera tal de arrebatar las banderas a la oposición.