Ante un niño en situación de aprendizaje hay que cultivar su imaginación hasta los más lejanos límites.


El niño se maneja con lo concreto, lo visible, lo palpable. Pero pareciera haber un contrasentido si le quitamos esa experiencia por otra que no sea la tangible, es más, las etapas evolutivas en estudios lo confirman, el pensamiento del niño se dirige por lo concreto. Sólo una parte muy acotada orientada a la imaginación, que junto a la sugestión, lo desconocido y los miedos, construyen un pequeño mundo paralelo que constituye lo mítico.


Sin embargo, el germen de la ciencia en el niño está en una simple disposición: la curiosidad, aquella que erróneamente han llevado a los adultos profesionales a atribuirle a este, la capacidad de hacer filosofía...nada más lejos de su realidad. El verdadero acierto del niño es justamente, el juego y este no tiene absolutamente nada de elaboración por el pensamiento, solo, la simple espontaneidad de las más primitivas de las conductas anímicas del hombre propia al género de los afectos. Por eso "jugar es querer y querer es jugar".


Aquellos docentes enseñantes que pretenden atribuir al niño conductas de aprendizaje filosófico, simplemente deliran...la Filosofía es y pertenece al mundo del adulto, de última, podría atribuírsele al joven...esa cuestión es de estudio y profundidad.


Lo único que tiene el niño y que raya con la capacidad de asombro y del porqué, no es Filosofía sino su germen en estado puro y es la curiosidad; por ello es importante acercar al niño hacia el conocimiento para que de la instancia de lo vulgar alcance lo propio, como científico.


Al decir del adulto para el niño: no es lo que vemos lo que importa, sino lo que no vemos...y ahí está el origen de la Filosofía, la imaginación y hasta dónde podemos llegar. Ese tal vez pueda ser el amanecer o el despertar de la ciencia. Pero su origen, el germen mismo es Filosofía y no en carácter incipiente sino como manifestación explicita de su facultad: la razón. La curiosidad es una disposición en el niño. El niño es curioso de por sí, porque lo que le rodea es motivo de observación y ello, es el principio del camino para la ciencia siendo ulteriormente el restante, la experimentación.


El niño tiene curiosidades, pues entonces, acompañémosle porque necesita que alguien lo "lleve de la mano"... para poder pensar... descubrir y conocer su alrededor. En este proceso si está bien vivenciado suficientemente quizás en su futuro podrá hacer filosofía. Ya tendrá tiempo avanzando su edad de poder hacer filosofía, pero primero tendrá que hacer ciencia, pues, el grado más elevado de ella es la Filosofía.


No existe la Filosofía para niños, existe la Ciencia para niños. Pretender que un niño aprenda Filosofía es pedirle que comprenda el porqué de sus preguntas. Que el niño pregunte y se asemeje a la pregunta o cuestión filosófica por su ingenuidad, no significa más que obtener una simple respuesta concreta, no que tenga la intención del saber.

Por Mario Daniel Correa D'Amico
Profesor, filósofo y pedagogo, con doctorado en el área y diplomatura en paradigmas.