La educación ¿en manos de quién? Ningún niño, piensa, siente y quiere igual que un adulto. Tampoco sus experiencia son las de un adulto, ni sus discursos, ni sus deseos, ni sus gustos, etc. La vida del niño está totalmente signada o significada por el juego. Si una educación pretende ser eficaz, llegando a corto o a largo plazo a incidir en su vida, más allá de que deba responder a la realidad, debe estar conforme a su naturaleza. La niñez en todas sus edades comprende: desde que es un lactante recién nacido hasta la pre adolescencia, pasando por la etapa de infante o bebé y la niñez media. Con sus pocos años de vida, el niño no sólo debe desarrollar el lenguaje para después aprender a leer y escribir sino que debe desplegar el adecuado nivel psicomotriz y alcanzar en proceso la socialización y el aprendizaje de las normas que rigen a la sociedad. 


La moral, aparece en cada individuo a través de diferentes fases. Piaget utilizó dos métodos distintos para saber cómo se desarrollan las concepciones infantiles sobre la moralidad: a) una aproximación naturalista, observación de los niños realizando juegos comunes de calle, como las canicas b) presentación de diversas historias que los niños tenían que evaluar de acuerdo con su grado de bondad o maldad. A partir de la investigación Piaget creó un modelo de desarrollo moral que consta de 4 estadios. En el primer estadio (2 a 4 años) los niños no tienen una concepción real de la moralidad. Los juegos de los niños son imaginativos y carentes de reglas formales, aunque a veces pueden inventar ciertas restricciones como parte del juego 2º estadio (5 a 7 años) aparece la idea de seguir las reglas de otro de una forma muy absoluta. Las reglas sociales se consideran heterónomas, o dictadas externamente, órdenes dadas por personas con autoridad, que no pueden cambiarse. Esta segunda etapa se llama del realismo moral porque los niños no piensan en cuestionar o cambiar una regla aunque no les guste. 


En este segundo estadio los niños muestran una responsabilidad objetiva, lo que significa que evalúan las situaciones morales sólo en términos de las consecuencias físicas y objetivas. Otra característica de esta etapa es la justicia inmanente. Como los niños creen tan firmemente en la autoridad de una regla, sienten que siempre debe haber castigo cuando no se sigue la regla. Otro aspecto es el paso de las sanciones expiatorias, que suponen recibir un castigo que constituiría una expiación del acto cometido a las sanciones por reciprocidad que van dirigidas a reparar las consecuencias del acto (a partir de los 7 años) 3er.estadio (8 a 11 años) el niño se da cuenta, gradualmente, de que las reglas son acuerdos creados por las personas para ayudar o protegerse unas a otras. El obedecer a estas reglas es una decisión personal, autónoma de cooperar con los demás. 


Como la moralidad de seguir una regla se evalúa en relación con otros factores de la situación, este estadio se denomina del relativismo moral. También hay que considerar las experiencias sociales. Las interacciones con sus pares se convierten en factor de socialización. Por ello gravita en el niño el contacto con el adulto, padre, madre, tutor, familia, estado, escuela y medios masivos de comunicación, pues si se tiene en cuenta esta posición científica uno u otros frente a la educación deberán evaluar que es una y no múltiple. El adulto siempre debe responder lo que a los niños corresponde y no lo que el adulto pretende. Para ello debe comprometerse en todo.