"¿Quien no ha presenciado en la infancia y adolescencia las burlas a los más delgados, a los más obesos, al que usaba anteojos (a quien se apodaba cuatrojo)...''


Se ha puesto de moda el bullying, como si se tratara de un fenómeno nuevo, también denominado acoso escolar, situaciones en las que uno o más alumnos persiguen e intimidan a otro con agresiones físicas o morales, rumores, vejaciones, aislamiento social, motes, amenazas, coacciones.


El fenómeno, que en esencia es la cara más penosa de la discriminación, siempre existió y no sólo en el ámbito escolar, aunque es el más propicio por ser cotidiano en el contacto entre la víctima y el o los acosadores; se dio y sigue ocurriendo en todo espacio de contacto entre niños y adolescente, tal el deportivo. Generalmente no hay un solo agresor, sino que el colectivo se adhiere al hostigamiento y burlas constantes, con lo cual el acosado no tiene senderos de escape, ahonda su aislamiento y percibe una dolorosa soledad ante quienes debe ver todos los días, la que generalmente se convierte en un arrinconamiento silencioso que puede terminar en depresión y hasta llevarlo a encausar su dolor en escapes peores como el alcohol, la droga o el suicidio.


 La fresca vida de la mejor edad, de este modo se convierte en una entrada sorpresiva a la tortura moral, que marcará por años o toda la vida al acosado, porque lo que se aprende en los primeros años jamás se olvida, nos marca, nos formatea el alma y la visión ética y estética de la vida social.


¿Quien no ha presenciado en la infancia y adolescencia las burlas a los más delgados, a los más obesos, al que usaba anteojos (a quien se apodaba cuatrojo), al más bajito, al judío, o a quien tenía algún defecto físico, así como las constantes amenazas o violencia al más débil o al más tímido? Los compañeros del joven perciben como halo la debilidad y allí depositan lo que quizá sea una porción del instinto del ser humano por el cual ensayan o quieren ver la supuesta superioridad que creen les otorga una falsa sensación de carecer de defectos, porque esta actitud logra ocultar que también somos débiles, diferentes y vulnerables ante otros. El ser humano, de quien tenemos el derecho a pensar que salió a la luz vital para compartirla y disfrutarla, es una de las cosas más bellas de la creación o del universo, pero también puede llegar a ser un monstruo generador de espantosas crueldades e injusticias. 


El bullying quizá sea el anuncio de alguien que caminará por la vida haciendo daño y la desdicha de otro al que no se le dejará la oportunidad de superar lo que sus pares entiendan perniciosamente como defectos o diferencias condenables; una expresión cruda de la dificultad en la convivencia, hija de la mala educación, la brutalidad, las deformaciones del espíritu y la ausencia de la mínima piedad por quienes comparten con nosotros el riesgo, la aventura y el sueño de vivir.

Por el Dr. Raúl de la Torre
Abogado, escritor, compositor, intérprete.