Gélido día de junio con fríos de otros tiempos que sabían de escarchas, sabañones y ventosas. El tañir de la campana de la escuela anunció la pausa del primer recreo de la mañana y los alumnos del segundo grado abandonamos el aula dispersándonos en los patios. Algunos buscando el camino de los sanitarios y otros el rincón que en la casa del portero nos ofrecía la tentación de bollos "vidriados" con azúcar o de una taza de cascarilla caliente. En el bullicioso trajín escuché la voz de un compañero que me anoticiaba el fallecimiento de Carlos Gardel, nombre desconocido para mis 8 años. El día anterior, 24 de junio de 1935, víctima de un absurdo accidente ocurrido en el aeropuerto de Medellín perdía la vida el celebrado cantor que regresaba a Buenos Aires junto a sus guitarristas y a Alfredo Le Pera. En el pináculo de la fama intuyó que con su presencia en la pantalla cinematográfica podría mostrar al mundo las excepcionales dotes de su canto. Fue el momento en el que eligió al poeta Alfredo Le Pera para que le pusiera versos a su música, escribiera los libretos de sus películas y lo acompañara en sus giras artísticas por el exterior. Le Pera hizo el secundario en el Colegio Bernardino Rivadavia, cursó hasta el cuarto año de Medicina y luego suspendió sus estudios para dedicarse al periodismo. Se desempeñó como cronista en "Última hora" y en "Noticias gráficas", subtitulador y guionista en "Artistas Unidos" y "Paramount" y crítico de novelas y otras obras literarias, actividades en las que demostró su aguda inteligencia. El día de la tragedia que enmudeció al país, Le Pera tenía 35 años y estaba en la plenitud de su madurez intelectual. Nos dejó su poesía en el tema "Volver": "Sentir que es un soplo la vida/ que veinte años no es nada/ que feliz la mirada/ errante en las sombras/ te busca y te nombra". En la inolvidable canción "El día que me quieras" dice: "Un rayo misterioso/ hará nido en tu pelo". Evoca a la ciudad que amó en "Mi Buenos Aires querido". No olvida a la noviecita de su barrio y le escribe: "Criollita de mi pueblo/ pebeta de mi barrio/ con las alas plegadas/ también yo he de volver". Sufre el dolor de su prematura partida cuando "Sus ojos se cerraron".

Alfredo Le Pera no fue "partenaire" de Gardel, sino el vate que vistió a sus melodías con la fantasía de las metáforas para que las cantara un Zorzal.