IMPSA alcanzó un desarrollo tecnológico con el que trascendió a distintos países.

Como sanjuanino me resulta difícil resumir en pocas palabras la gran trascendencia que tiene para nuestra región de Cuyo, una empresa metalúrgica que nació en Mendoza en 1907. Se trata de IMPSA que de la mano de Don Enrique Epaminondas Pescarmona, quien con un grupo de inmigrantes italianos y laboriosos colaboradores locales, en un modesto taller de Godoy Cruz, pone en marcha lo que posteriormente sus descendientes de cuatro generaciones, y a lo largo de 110 años, lograron que sus productos fueran conocidos en muchos países del mundo.


Con el tiempo, no fueron máquinas para la vitivinicultura, como las primeras que se hicieron, ni grandes galpones, ni compuertas para nuestros canales cuyanos, si no que a partir de los años "60 se comenzó con la fabricación de importantes bienes de capital. Pero como dicen los economistas, la industria para la fabricación de bienes de capital es un sector estratégico para el desarrollo económico, y por ser la proveedora madre de todas las cadenas productivas, su progreso técnico impacta positivamente en la competitividad de la economía de un país. Pero a diferencia de los bienes de consumo, los clientes que demandan estos bienes de capital, además de ser numéricamente menores son muy selectos y exigentes.


Para IMPSA las premisas fijadas eran claras, una empresa no es sustentable en el largo plazo, ni puede competir fuera del país sin tecnología. Como el Departamento de Ingeniería podía realizar diseños cada vez más complejos, se crea un laboratorio de máquinas hidráulicas, que es único en Sudamérica. Se incorporan numerosas y costosas máquinas herramientas de última generación, y se construyen grandes naves que acompañaron a este constante crecimiento.


A comienzos de los años 70, la empresa ya contaba con 50 ingenieros argentinos, muchos eran mendocinos y sanjuaninos egresados de nuestra Facultad de Ingeniería. Alrededor de 40 se capacitaron en el exterior. Técnicos y operarios fueron enviados a Francia, Noruega, Finlandia, etc. para entrenarse en diversas tareas generales como, control de calidad, soldaduras especiales, mecanizado, montaje, etc. Así se pudieron diseñar y fabricar enormes turbinas y equipamiento hidroeléctrico que hoy funcionan perfectamente en nuestro país y otros países de América y Asia. Su tecnología y capacidad de producción y montaje, le permitió poder competir e imponerse a compañías como General Electric de EEUU, Alstom de Francia y Siemens de Alemania. Se logró instalar más de 50.000 MW de potencia en proyectos energéticos distribuidos en alrededor de 40 países.


Desde hace 25 años IMPSA cumple con los requerimientos de la CNEA (Comisión Nacional de Energía Atómica), para la fabricación de componentes nucleares conforme a lo que exige el código ASME (American Society of Mechanical Engineers). Acompañando al desarrollo de energías renovables IMPSA se ha convertido en una de las principales proveedoras de equipos para energía eólica en el mundo, además de su ya clásica participación en proyectos hidroeléctricos. Muchos de sus componentes están protegidos por patentes de invención propias.


Rigurosos programas de entrenamiento dentro de este especial ámbito, dieron sobrados motivos para valorar la gran capacidad profesional de muchos egresados de nuestras universidades. Todavía gran parte de ellos, continúan destacándose por la excelencia alcanzada dentro de la ingeniería. De igual forma gracias a la sólida formación de su personal, a la enorme capacidad de fabricación de sus plantas, la abundante y variada producción de IMPSA, pudo lucirse por las más diversas partes del mundo. Así se demostró que esta diversidad de máquinas y equipos que cumplían con los más altos estándares de calidad y tecnología, orgullosamente podían ser fabricados a 1200 Km de distancia de nuestro puerto principal.

Por Juan C. González Aubone    Ingeniero