Cambiemos fue, a nivel nacional, una coalición electoral muy exitosa, pero estuvo básicamente focalizada en el 2015 en competir contra el FPV por la presidencia y en la provincia de Buenos Aires. Eso mitigó, postergó y a menudo permitió disimular, conflictos internos a nivel provincial y local en torno a la selección de liderazgos y la conformación de listas.

En los principales distritos política y demográficamente hablando, la lógica de acuerdos nacionales sirvió como principio ordenador. Pero en muchos otros casos, se construyeron coaliciones que no repitieron la aritmética ni la arquitectura definida por el trío dominante (Mauricio Macri, Lilita Carrió y Ernesto Sanz). Incluso las alquimias locales fueron en varios casos lo suficientemente flexibles como para incorporar referentes del Frente Renovador, opción taxativamente vedada tanto en la construcción de la coalición presidencial como en otros distritos claves (como Provincia de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y CABA). Asimismo, el calendario electoral del 2015 sirvió de pantalla para proteger esos caprichosos equilibrios provinciales de los mandatos que llegaban desde el cuidado control centralizado del discurso y de la imagen de Cambiemos.


Se trató, entonces, de una mera aunque muy exitosa coalición electoral, no en una construcción homogénea y articulada, con capítulos provinciales y locales a partir de los cuales elaborar un entramado político e institucional competitivo. En estos 16 meses de gestión, esta realidad no se modificó mucho porque el gobierno estaba focalizado en resolver urgencias y definir la agenda de política pública, para nada la reconversión de esta coalición gelatinosa y embrionaria en una fuerza estructurada y vigorosa.

Al mismo tiempo, se trata de un gobierno que se siente más cómodo en las cuestiones de gestión o económicas que en las cuestiones de política más tradicionales. Esto explica por qué se fueron postergando definiciones claves respecto del armado político en muchas provincias y en intendencias claves del Gran Buenos Aires. En síntesis, por su dinámica de constitución y por la obligación de gobernar, Cambiemos resignó hasta ahora definiciones estratégicas en materia electoral. El avance del calendario obliga ahora a romper esta inercia, lo que ha disparado numerosos conflictos. 

Esto es lo que ocurre por ejemplo en la Ciudad de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, Entre Ríos y Chaco, pero incluso en otros distritos hay conatos de rebelión, sobre todo por parte del radicalismo (como es el caso de Ricardo Alfonsín en la Provincia de Buenos Aires). Naturalmente, el énfasis del oficialismo está puesto por un lado en los distritos demográficamente más relevantes, y por el otro en donde son gobierno (Mendoza, Jujuy y sobre todo Corrientes, que elige también gobernador). Por eso, no le da una importancia relativa similar a otros distritos donde naturalmente hay cosas menos importantes en juego. Esto permite entender por qué una provincia como San Juan queda un tanto relegada en las prioridades del oficialismo, al margen de la relación cordial y de mutuo entendimiento que se ha establecido con el gobernador.

El peronismo, por otro lado, enfrenta una disyuntiva muy complicada porque desde los años '80 no tiene necesidad de buscar un nuevo liderazgo, un nuevo programa, una renovación disparada por una dura derrota electoral. Incluso a diferencia de esa época, ahora no hay figuras respetadas y consensuadas como por ejemplo Antonio Cafiero, que facilitó el proceso de redefinición estratégica y organizacional. Y eso es fundamental para partidos como el peronismo, que en general se estructuran territorialmente, de abajo hacia arriba, hasta que encuentran un líder nacional que culmina desde el poder central el esfuerzo de reformulación organizacional.

Esto vuelve más complejo el juego, porque resulta que en los últimos treinta años surgieron nuevos actores muy poderosos en el peronismo y en la política argentina, que manejan muchos recursos, que fueron empoderados en términos administrativos: los intendentes. Han en efecto desplazado al sindicalismo como la nueva columna vertebral del movimiento justicialista. En la práctica adquirieron un rol muy especial como consecuencia de presidentes peronistas que para debilitar a los gobernadores le dieron poder a los intendentes. Eso lo comenzó Carlos Menem y lo perfeccionó Néstor Kirchner.

Entonces, para el peronismo, teniendo en cuenta el peso que tienen los intendentes, una suerte de minigobernadores por ejemplo en la provincia de Buenos Aires, es más complejo ahora el esfuerzo de renovación pues hay un número mayor de actores que quieren ser parte del proceso de toma de decisiones. Los Espinoza, los Katopodis o los Insaurralde son sólo ejemplos de este nuevo fenómenos, cuya máxima expresión es Sergio Massa en términos de su salto a la gran política desde una intendencia bonaerense.

Como consecuencia de todo esto, al peronismo le resulta muy difícil establecer una estrategia exitosa a nivel nacional, y lo que hace es darle mayor libertad de juego a los líderes provinciales, que desarrollan su propia estrategia alejados de los caprichos y el desgaste de los grandes distritos. Este parece ser el caso por ejemplo de San Juan, donde al margen de disputas internas por el control partidario, el gobernador supo cosechar un muy sólido apoyo y no enfrenta, al menos hasta ahora, un desafío consistente por parte de Cambiemos.

Es parte de un ciclo de gobiernos que han logrado imprimir otra dinámica en términos del desarrollo provincial, con patrones de estabilidad y mejora en la infraestructura. A pesar de su juventud, se trata de una figura con vasta experiencia en la función pública. Como sugiere la encuesta de Berensztein publicada hoy en exclusiva en el DIARIO DE CUYO, el gobernador Uñac tiene atributos muy sólidos en términos de los resultados alcanzados por su administración. Con la prudencia con la que siempre deben interpretarse los sondeos de opinión pública, y si no ocurren hechos que puedan modificar el curso normal de los acontecimientos, el horizonte electoral en San Juan luce bastante despejado para estos comicios de medio término.