La parábola arrancó con estridentes medidas de fuerza desde hace 4 meses porque el empleador no les pagaba, logró su punto máximo con la empresa dejando en la calle a casi 70 trabajadores, y tuvo su resolución ayer, con los obreros otra vez en su lugar de trabajo. Con ese dramatismo vivieron los últimos meses los empleados de Cerámica San Juan, la fábrica de ladrillos y cerámicos ubicada al pie del paredón del Dique de Ullum. El panorama dio un giro de 180 grados después de fuertes tironeos en la Subsecretaría de Trabajo local. Finalmente otra empresa, Cerámica Los Andes, cuya matriz está asentada en Chubut, alquiló la fábrica sanjuanina y ayer mismo la puso en actividad, retomando a los 67 trabajadores que habían sido despedidos.

El contrato de alquiler tiene un término de 3 años, con opción a renovar por 3 años más o directamente a compra. ‘Esperamos que esta buena noticia se mantenga en el tiempo y se pueda estabilizar todo en el futuro‘, auguró ayer Roberto Pereyra, empleado de la firma y dirigente sindical de los ceramistas. La cautela se entiende, considerando que la empresa sureña ya tuvo su propio conflicto en su planta en la localidad chubutense de Trevelin, cuyos obreros estuvieron mucho tiempo de paro porque la entidad llegó a deberles más de $700.000, según fuentes gremiales. De todos modos, el clima ayer era de pleno optimismo, con los trabajadores acomodando todo en la fábrica de Rivadavia después de mucho tiempo de inactividad y lógico desorden.

El conflicto en la Cerámica San Juan comenzó hace poco más de un año, cuando empezó a atrasarse el pago de sueldos y aguinaldos. Se gestó una deuda con el personal que fue creciendo al punto de que hoy a cada empleado se le debe hasta $30.000. Este año empezaron las huelgas y en marzo pasado directamente tomaron la planta. La empresa retrocedió financieramente y las negociaciones en la Subsecretaría de Trabajo rondaban sobre tres posibilidades: la quiebra, que los trabajadores formaran una cooperativa para hacerse cargo, o que otra empresa encarara un salvataje. Un exempleado sanjuanino que para entonces trabajaba en Cerámica Los Andes habló con sus jefes, hizo de puente y finalmente la firma chubutense firmó el acuerdo. Con un punto sustancial extra: el nuevo empresario, Héctor Giamberardino, se comprometió por escrito a pagarles a los obreros todo lo que les debe Cerámica San Juan.