Según las Naciones Unidas, la marcha de migrantes centroamericanos que caminan hacia la frontera de Estados Unidos, está compuesta por unas 7.000 personas que huyen de la miseria y la violencia que azota a Honduras, Guatemala y El Salvador. La búsqueda de una vida mejor transita a miles de kilómetros desde la partida, el 13 de este mes, desde la localidad hondureña de San Pedro Sula.


El problema tiene matices políticos internos y externos en los Estados Unidos y la situación se agrava frente a las elecciones legislativas del 6 de noviembre. En el plano internacional el vicepresidente Mike Pence dijo que la multitudinaria marcha está financiada por el gobierno de Venezuela, según le comunicó el presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández.


La ira de Nicolás Maduro no se hizo esperar calificando la especie como el comienzo de la "paranoia imperialista+ de acusarlo por todo lo que ocurre a los norteamericanos, aunque hay analistas que no descartan el apoyo chavista, de la misma manera que hubo venezolanos violentos en los disturbios en Buenos Aires el miércoles último.


Pero la situación doméstica es más complicada porque los republicanos luchan por retener la mayoría del Congreso en las elecciones de medio tiempo, donde el partido gobernante tradicionalmente pierde terreno. Los demócratas están empeñados en ganar 23 escaños en la Cámara de Representantes y dos en el Senado para tener el control de ambas cámaras, una pesadilla para Donald Trump.


El presidente ha tomado a los migrantes centroamericanos como afirmación de su política contra los indocumentados, sin ninguna concesión o flexibilidad, contrariamente a la posición de su antecesor Barack Obama. La avalancha de un kilómetro de largo que transita suelo mexicano rumbo a EEUU ocupa la opinión pública estadounidense, eclipsando problemas mayores como las restricciones en la atención de la salud.


La estrategia de Trump, de desviar la mirada del electorado incentivando el miedo hacia los migrantes con el argumento de que una masa de refugiados alterará los logros de la economía norteamericana, puede ser efectiva en las urnas. Explotar electoralmente la invasión puede dar al magnate de la Casa Blanca los resultados que busca: profundizar el cierre de las fronteras y expulsar a los indocumentados.