Si hay un índice que demuestra lo bien que marcha la economía de un país, es el de la desocupación. Estados Unidos puede darse el lujo de demostrar que durante 2019 la desocupación cayó al 3,5%, el menor nivel desde 1969, al crearse solo en noviembre último 266.000 puestos de trabajo, con una tendencia que fue creciendo durante todo el año.
Pero eso no es todo, con este ritmo de creación de puestos de trabajo se prevé que el desempleo siga bajando a niveles cercanos del 3,2 o 3% antes de finalizar el 2020.
El analista internacional Jorge Castro sostiene que esto es una muestra de que la economía de EEUU, la mayor del mundo con casi US$ 22 billones (equivale al 25% del PBI global) está creciendo sostenidamente por encima de su capacidad potencial de 2,5% anual, desde hace 12 trimestres consecutivos, dentro de un nivel de inflación de 1,6% anual, sin ningún signo de sobrecalentamiento que amenace con un rebrote inflacionario.


El presidente de la Reserva Federal, Jay Powell, dice que esto es posible porque estamos frente a una economía "hiperintensiva", es decir que hay una plena utilización de los recursos de capital y trabajo.


El hecho de que en Estados Unidos se esté dando actualmente el fenómeno 


de que hay dos puestos de trabajo por cada persona en condiciones de ocuparlo, es decir el doble de oferta laboral, se lo atribuye a dos situaciones históricas decisivas: el país ha recibido en estos últimos tres años, durante la gestión de Donald Trump (más apreciada que cuestionada en el orden interno) más de US$ 11 billones de inversiones provenientes de todo el mundo. A esto se suma la repatriación de US$ 1,4 billones de capitales que las transnacionales como Apple, Microsoft, Amazon, Google y Facebook, entre otras, tenían en el exterior. También han retornado a EEUU, casi la mitad de los 4 o 5 billones de dólares que compañías norteamericanas acumulaban fuera del país para evitar el impuesto a las ganancias corporativas, que fue reducido del 35% al 21% por decisión de Trump.


Todo eso se da en el marco de una nueva revolución industrial centrada en el conocimiento y el capital humano, que estuvo frenada hasta 2017 por una baja tasa de inversión que estuvo levemente por encima del nivel de reposición. 


Hoy, por primera vez en la historia desde la Segunda Guerra Mundial, las trasnacionales norteamericanas invierten más en EEUU que en el exterior. Se han sumado a la tendencia mundial que es invertir en la primera economía del mundo que pasa por una etapa excepcional.