Momentos de pura magia tuvo Roger Federer durante su partido ante el australiano Nick Kyrgios por la tercera ronda del Abierto de Estados Unidos. El suizo sacó a relucir todo su repertorio, con tiros de revés y de drive desde todos los rincones de la cancha que le permitieron ir construyendo su victoria sin grandes sobresaltos. Y entre tantas muestras de su talento, hubo un punto que le ganó los aplausos de todo el público y dejó a su rival con la boca abierta.

Fue en el séptimo game del tercer set. El australiano sacó con ventaja en el marcador y tras la devolución de Federer, jugó una pelota bien abierta, que picó cerca de la red y descolocó a su rival. Pero el suizo, rápido de reflejos y de piernas, se apuró, se estiró lo más que pudo y sacó un drive a la carrera al ras del suelo que se coló por afuera de la red y volvió a dejar el marcador en deuce.

"Oh, Dios mío", se alcanzó a leer en los labios del australiano mientras el estadio estallaba en una ovación. 

Humilde como pocos, tras el partido, el suizo aseguró, con una sonrisa cómplice: "Fue un accidente".