Cuando logró enganchar al soltero más codiciado de Hollywood, Elizabetta Canalis tocó el cielo con las manos. Ni qué hablar cuando vio que la cosa iba en serio, y que duraba más de un mes con el codiciado galán, al que más de una famosa le ha tirado los galgos. Y qué contar cuando el seductor George comenzó a presentarla como su novia en su exclusivo círculo de amigos, reuniones sociales e incluso familiares. Casi dos años han pasado desde entonces y... ¡Lo tengo! gritó entonces la hermosísima muchacha, agarrando la guía telefónica para buscar a un wedding planner. Pero la ilusión duró poco. Al maduro galán no le fueron suficientes la simpatía y la hermosura de esta modelo italiana, que en cuanto a "popularidad" y a atractivo, nada tiene que envidiarle a él. Y aunque no piensa soltarla (no es ningún bobo), espetó un no rotundo a los nobles deseos de formalizar de la escultural morena, que al menos con Clooney tampoco llegará al altar (¡¿qué comiste macho!?, se preguntan varios).

"He probado cómo era y simplemente me voy a permitir uno", se explayó reflexivo Clooney -de 48 pirulos- en un programa de TV, aludiendo a su primer (y por lo visto único) matrimonio, con Taila Balsam, que duró tres interminables años.

Tras semejante declaración mediática, que salida de la boca de Georgy, tardó medio segundo en dar la vuelta al mundo, no sería absurdo pensar que la abochornada morena de 32 abriles se sumergió en un mar de lágrimas. ¿Lo hizo? ¡Ni ahí!

Muy lejos de eso, decidió quedarse en ropa interior y mostrar sus virtudes al mundo. ¿¡Dónde!? Tranquilos muchachos, que no es que se vendan entradas para ir a verla al teatro.

Elisabetta aceptó posar para el famoso diseñador Roberto Cavalli, quien se quedó hipnotizado cuando vio a esta diosa envuelta en lujosos y lujuriosos encajes y sedas (y no es para menos).

"Es mi ideal de mujer: encanto, carisma y sensualidad, todo junto. Con su belleza mediterránea e intensa mirada, ha interpretado a una mujer intrigante y súper femenina", la llenó de rosas el tano, que no podía cerrar la mandíbula.

"Ahí tenés", le habrá dicho con un codazo a su famoso novio Elisabetta, luego de la catarata de piropos (y de euros) que le cayó encima. Quién dice, tal vez eso le sirva a George para valorar más lo que tiene al lado y repensar su decisión sobre reincidir en el matrimonio. Es que si bien él es un bombón, ella no se le queda atrás. Y por lo que se ve, no tiene ninguna pinta de querer quedarse a vestir santos.