Previo al espectáculo de cierre que tuvo lugar en el Parque de Rivadavia (a la gorra) ayer por la noche, en el Ferrourbanístico sucedía la conclusión de varias jornadas de intercambio, cruce de experiencias, aprendizaje y convivencia comunitaria. Por la tarde, habían finalizado los talleres de formación, bien podría decirse que es el alma y el corazón del Encuentro de Artes Circenses San Juglar.

Los malabares son de las artes más complejas de dominar, ya que se debe
entrenar "la disociación" del cuerpo.

Fue sin dudas una edición atípica en comparación a otros años anteriores, pero necesaria. Porque tanto talleristas como alumnos no querían perder otro año (la pandemia obligó la suspensión del encuentro en el 2020); en este sentido, se adaptaron a las nuevas condiciones y protocolos que exigen el distanciamiento social. Hubo alrededor de 120 practicantes (no sólo sanjuaninos, vinieron de Buenos Aires, Mendoza, Córdoba y otras ciudades del país) entre amateurs y profesionales que tomaron las clases durante cuatro días muy intensos.

El diábolo, uno de los rubros que nunca deja de perder vigencia y se complementa
fácilmente con lo escénico.

Muchos tuvieron que aguardar varias horas para tener la oportunidad de participar en los talleres, ya que había cupos y turnos que cumplir por protocolo. "El balance fue satisfactorio y estamos muy contentos porque a pesar de la situación sanitaria, nos llevamos mucha energía y una vivencia única que no se termina aquí. Esto es para toda la vida. No se deja de estudiar y de aprender.

El clown, tan necesario para la formación, porque conocer sus secretos resulta
clave para realizar un buen espectáculo escénico.

Lo bueno de estos encuentros, es que uno se va con conocimientos del maestro y de uno mismo, el arte del circo despierta el autoconocimiento", expresó Jorge García, miembro de la comisión organizadora. Tanto en las artes en piso, los malabares y el aéreo, como así también, en el teatro físico y el trabajo escénico del clown, los alumnos fueron no sólo nutriéndose de rutinas o técnicas, también aprendieron a superar desafíos, trabajando con los juguetes (los elementos y objetos característicos del circo) y con el más importante de todos, el propio cuerpo. 

Las acrobacias aéreas fueron algunas de las disciplinas que más crecieron en adeptos en los
últimos años.