Los fabricantes españoles de ataúdes están sobrepasados de trabajo por la pandemia de coronavirus, y el mejor ejemplo es el municipio de Piñor, con nueve empresas de este sector, todas ellas desbordadas de pedidos.

Esta pequeña localidad de la región de Galicia y poco más de 1.100 habitantes está viendo como la demanda se duplicó en sus fábricas, en un país que ha sufrido más de 13 mil muertes por la COVID-19, además de muchas otras no contabilizadas porque no se les pudieron hacer pruebas de detección del virus.

José Luis González, alcalde de Piñor y empresario fúnebre, explica que no para de barnizar ataúdes, ni siquiera durante los fines de semana.

Aunque la mayor parte de España continúa paralizada para intentar frenar la expansión del virus, otros sectores como el funerario, considerado actividad esencial, doblan turnos de trabajo para responder a la alta demanda existente en todo el territorio, con el objetivo de que las víctimas puedan tener una muerte digna.

El Grupo Ataúdes Gallego es una de las mayores empresas funerarias de Galicia. Yago González, director del grupo, sostiene que la demanda está siendo algo “fuera de lo normal” debido a la “psicosis” ante una eventual falta de material, y reconoce que el número de pedidos les asusta.

Para garantizar la seguridad de sus trabajadores, todas las fábricas han tenido que extremar las precauciones y los protocolos, fundamentales para evitar los contagios, con el objetivo de impedir una paralización de la producción, y han tomado medidas como no dejar entrar a nadie ajeno a la empresa.

“Estamos doblando turnos y hemos ampliado a los fines de semana”, describe a Efe Joaquín Vázquez, otro empresario del sector, que señala que los nuevos protocolos de seguridad “repercuten” en el tiempo que tardan en producir los ataúdes.

“Si pudiésemos hacer quinientas cajas diarias, se vendían”, ejemplifica, debido a la demanda que no para de crecer, tanto en Galicia como en otras regiones del país, como la de Madrid, la más afectada por la pandemia en España.

El sector funerario ha sido uno de los que más cambios experimentó por la crisis del coronavirus, con constantes medidas de limpieza y desinfección para garantizar la seguridad de los trabajadores.

Además, el Gobierno español prohibió los velatorios y limitó la asistencia a los entierros a tres personas, que además deben mantener entre ellas la distancia de seguridad requerida y sin contacto físico.

Fuente: Infobae