La guerra de Rusia en Ucrania escaló ayer cuando Moscú intensificó sus ataques haciendo uso, por primera vez, de un misil hipersónico en una contienda bélica lo que supone un mayor poder de destrucción y muerte. Hasta ahora del arma que más se había hablado en esta guerra era de los lanzamisiles antitanques Javelin, de fabricación estadounidense con los que Ucrania ha logrado retrasar la avanzada rusa sobre Kiev, la capital (ver infografía).

Ahora, con la irrupción de los misiles hipersónicos "Kinjal" puede acelerar la destrucción de puntos estratégicos clave para la defensa de Ucrania que enfrenta esta guerra no deseada con una gran desventaja en cuanto a la capacidad armamentística modesta frente al poderío incalculable de Moscú.

En el día 23 desde que Rusia inició la invasión sobre Kiev, el Ministerio de Defensa ruso aseguró que el 18 de marzo había utilizado misiles hipersónicos "Kinjal" para destruir un almacén subterráneo de misiles y munición de la aviación ucraniana en la localidad de Deliatin, en el Oeste de Ucrania, algo inédito.

Este tipo de misiles, muy manejables, desafían todos los sistemas de defensa antiaérea, según el Kremlin. Hasta ahora Rusia nunca había informado previamente del uso de este misil balístico en ninguno de los dos conflictos donde es parte beligerante, Ucrania y Siria.

El peculiar nombre del misil "Kinjal" es una palabra de origen ruso que significa "puñal". Pueden viajar a más de cinco veces la velocidad del sonido. Y las estadísticas son impresionantes: el Kinjal puede alcanzar un objetivo a una distancia de hasta 2 mil km y puede volar a más de 6 mil km/h.

Por el lado de Ucrania la clave de la resistencia pasa por el uso de los misiles portátiles y drones de bajo costo. Su uso ha sido clave para que un ejército con pocos recursos como el ucraniano haya plantado cara a las poderosas fuerzas armadas rusas.

Los antitanques estadounidenses "Javelin" y los británico-suecos NLAW, que con un peso de entre 10 y 25 kilos pueden llevarse al hombro y son capaces de penetrar en los blindajes más modernos, se han revelado como una de las armas decisivas en la guerra de Ucrania.

Los antiaéreos "Stinger", también estadounidenses, un dispositivo que puede transportar asimismo un único soldado, otorgan a los ucranianos la capacidad de derribar aviones y helicópteros en un rango de unos 8 km y son otro de los puntos fuertes del arsenal de Kiev, en gran parte donado o vendido por Occidente.

La capacidad defensiva de Ucrania la completan los drones turcos "Bayraktar", dispositivos de precisión capaces de vigilar desde el aire más de 24 horas seguidas y atacar a blindados individuales. A un precio de menos de un millón de dólares por unidad, frente a los 30 millones de dólares que puede costar un "Predator" estadounidense, los Bayraktar, aparatos de unos 12 metros de envergadura, prometen dar un impulso a la industria turca.