Las abejas "están huyendo de los campos" hacia las ciudades debido al "uso indiscriminado de agroquímicos" en las zonas rurales dijo Gino Cala, investigador de la Universidad Ean de Bogotá, Colombia, donde estudian formas alternativas para conservar la especie y sostener la producción de miel.


Lejos de los campos de flores, de donde están huyendo por los agroquímicos, hay un oasis para las abejas en Bogotá, y a pesar de su prohibición en las ciudades, los apiarios se consolidan dentro de las universidades como alternativa para su conservación.


Profesores y estudiantes buscan cómo proteger a estos insectos polinizadores amenazados por el cambio climático, los agroquímicos, las plagas y la agricultura intensiva.


El apiario en la Universidad Ean es un refugio sostenible para estos animales. Sus colmenas rodeadas de vegetación contrastan con el paisaje urbano y el trajín de la capital colombiana de ocho millones de habitantes. Allí preservan a la especie de abeja Apis mellifera, una de las más de 20.000 que existen, pero que consideran un "símbolo" y "un llamado a abrir la discusión sobre la protección", dijo a la agencia AFP, André Riveros, biólogo e investigador de la Universidad del Rosario, también en Bogotá.


Si bien en Colombia la ley prohíbe los criaderos urbanos de abejas en la ciudad, por el riesgo de picaduras, bajo estrictos protocolos de seguridad, las universidades están exentas. "Las personas asocian de manera positiva a las abejas con la miel y de manera negativa a las abejas con el picotazo. Nuestra misión es educar", afirmó Riveros.


Riveros desarrolló, a partir de las colmenas, una bebida que mitiga el impacto de los pesticidas. Cuando una abeja es envenenada sufre una pérdida de su memoria y su coordinación motora, una suerte de parkinson y alzheimer, explicó el científico. En el techo de un edificio de seis pisos con vista a los cerros de Bogotá, Gino Cala extrae la miel del apiario de la Universidad Ean, y asesora en el manejo de colmenas urbanas.


Las abejas "están huyendo de los campos" hacia las ciudades, entre otras razones por "el uso indiscriminado de agroquímicos" en las zonas rurales, comenta el apicultor de 41 años. El apiario universitario contribuye a la polinización de los alrededores, y afuera de estos centros educativos, consideró "irresponsable" tener colmenas en la ciudad, concluyó.


A pesar de ello, según expertos consultados, existen apiarios clandestinos en terrazas de edificios y patios de donde los habitantes extraen y venden productos como miel, polen o cera. El cuerpo de bomberos de Bogotá atiende unas ocho emergencias diarias relacionadas con abejas, reportaron.


Cerca del 90% de las plantas silvestres y el 75% de las cosechas mundiales dependen de la polinización, pero el 40% de las abejas y mariposas está en riesgo de extinción, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).