Las edades. Los exámenes practicados a los restos óseos determinaron que murieron la misma cantidad de niños y niñas de edades entre 6 y 15 años.

 

Restos del sacrificio casi simultáneo de 140 niños y 200 llamas, el mayor realizado por una civilización originaria previa a la conquista española de finales del siglo XV para evitar desastres naturales, fue hallado por un equipo de arqueólogos en una región peruana próxima a Chan Chan, la ciudad de barro más grande del continente.

El descubrimiento, difundido en el sitio web de National Geographic, que financió la investigación, da cuenta del acontecimiento ocurrido hace 550 años en la civilización Chimú, que dominó la costa norte del Perú antes de ser conquistada por los incas, y revela la importancia de los sacrificios para ese pueblo.

Si bien ya existían evidencias de sacrificios humanos entre civilizaciones originarias de América, como acreditan varias momias encontradas en las cúspides de los Andes, ninguna fue de la magnitud de este hallazgo situado cerca de la ciudad de Trujillo y de su playa Huanchaco.

Los sacrificios humanos, y entre ellos, de bebés y niños, se dieron a lo largo de la historia en diferentes civilizaciones (chinos, celtas y cartagineses, por ejemplo) con el fin de agradar a los dioses o impedir desastres naturales.

"Es complicado saber si pasó el mismo día, pero sí en el transcurso de una semana o unos pocos días", explicó el arqueólogo de la Universidad Nacional de Trujillo, Gabriel Prieto, uno de los responsables del descubrimiento junto con John Verano, de la Universidad estadounidense de Nueva Orleans.

Los exámenes practicados a los restos óseos determinaron que murieron la misma cantidad de niños y niñas de edades entre 6 y 15 años, aunque la mayoría tenía entre 8 y 12 años, mientras que las llamas también eran ejemplares jóvenes, de entre 6 y 9 meses.

Según Prieto, el sacrificio fue posiblemente una "respuesta desesperada" de los gobernantes Chimú frente a una inundación o riada causada por lluvias torrenciales. Los cuerpos habían sido depositados sobre una capa de barro húmeda en la que quedaron las huellas de los pies descalzos de los pequeños, las sandalias de los adultos que los habrían llevado hasta ese lugar y las pezuñas de las llamas.

Los investigadores apuntan a que fue una ofrenda para aplacar la ira de los dioses y así amainar las lluvias, que podían poner en riesgo a Chan Chan, el mayor exponente arquitectónico de los Chimú, declarado patrimonio de la Humanidad y donde llegaron a vivir 60.000 personas.

"Ellos ofrecieron lo más importante que tenían. Por un lado, sus niños, y por otro, las llamas, el único animal de carga de la zona andina", dijo Prieto.

Fuentes: Télam y Efe

 

 

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Publicado por Diario de Cuyo en martes, 10 de abril de 2018