Como en casa. Al recorrer Buenos Aires, el Papa sintió el mismo afecto y fervor popular que lo acompaña desde que puso un pie en Perú. Olvidaron la desolación por un rato.

 

A unos 4.600 kilómetros del Obelisco y su Flores natal, el papa Francisco recorrió ayer las calles de Buenos Aires, pero no de Argentina, sino de un barrio pobre en el norte de Perú que fue duramente golpeado el año pasado con las intensas lluvias del fenómeno climático de El Niño que dejó unos 160 muertos.

Desde su papamóvil, el pontífice saludó alzando sus brazos mientras los pobladores, con globos y banderas de color blanco y amarillo, algunos desde los techos de sus casas, gritaban vivas y otros corrían detrás del vehículo por las calles del lugar.

En Buenos Aires, ubicado al filo de la costa a las afueras de la ciudad de Trujillo, y donde viven 30.000 personas, aún se pueden ver los estragos que dejó la fuerza de la naturaleza, con algunas calles sin asfaltar y viviendas a medio construir.

Francisco, el primer religioso latinoamericano que lidera la Iglesia Católica, no ha vuelto a Argentina desde que fue designado como Sumo Pontífice en marzo de 2013.

Su primera visita pastoral fue a Brasil poco después de ser ungido. Desde entonces, ha viajado a Bolivia, Ecuador, Paraguay, México, Cuba, Colombia y Chile del 15 al 18 de enero, y ahora visita Perú.

 

Mar de fondo. Una marea humana vivó al Papa en su homilía frente al mar en playa Huanchaco de Trujillo. Un barco de la Armada peruana, de custodio.

 

Cuando se anunció el año pasado su visita a Chile y Perú, fieles argentinos esperaban que visitara su país, pero sólo incluyó a los dos primeros en su gira.

El recorrido en Buenos Aires fue breve, de unos 20 minutos pero bastaron para que una multitud acompañara al Papa. Antes, el Sumo Pontífice había realizado una misa en la playa de Huanchaco, donde asistieron miles de personas. Allí, advirtió de que hay otras tormentas que amenazan la sociedad en esta zona y que tienen efectos tan “devastadores” como El Niño, y citó la “violencia organizada, como el sicariato, y la inseguridad que esto genera”. También apuntó a “la falta de oportunidades educativas y laborales, especialmente en los más jóvenes, que les impide construir un futuro con dignidad; la falta de techo seguro para tantas familias forzadas a vivir en zonas de alta inestabilidad y sin accesos seguros”.

La visita a Buenos Aires comenzó con unas niñas del barrio que le entregaron al Papa unas flores y también se probó un típico gorro peruano que le obsequiaron.Lo que Francisco pudo ver fue uno de los barrios más pobres de Trujillo, pero engalanado con carteles de bienvenida y globos.

Francisco no pudo ver los verdaderos efectos de las terribles inundaciones y los huaicos (aludes) que causaron en este barrio de 30.000 habitantes.

 

Emoción. El Papa bajó del papamóvil a saludar a Trinidad, que llevaba un cártel que decía que cumplía 99 años, que estaba ciega y que quería tocar su mano.

Los siete huaicos (aludes) inundaron sus calles y provocaron el colapso de más de 500 casas, lo que afectó a unas 11 mil familias. Pero la llegada del papa, a un día de celebrarse el cumpleaños 75 del barrio, cambió al menos por unas horas los lamentos de las centenares de personas que aún no han podido ser relocalizadas, una situación a la que se refirió Bergoglio en su homilía.

En sus calles estrechas Francisco circulo entre las vallas siempre de pie y sin dejar de saludar y bendecir a la población afectada. Mientras se interpretaron cánticos en una de las plazas y o largo del recorrido se pudieron ver 60 caballos de raza “paso peruana”. Francisco recorrió la Avenida Libertad que inmediatamente después de su paso fue rebautizada “Papa Francisco”, tras la misa multitudinaria que celebró en la playa principal de Trujillo donde el pontífice se dio un enorme baño de multitudes frente al mar.

En un contexto de pobreza, el “Buenos Aires” tuvo además la desgracia de la destrucción de uno de sus fuertes turísticos, el balneario que tenía sobre la costa pacífica y que fue arrasado por el último paso de “El Niño”.

 

Condenó los femicidios

 

En su segundo mensaje en 24 horas en rechazo a la violencia contra las mujeres, el papa Francisco pidió ayer “luchar contra la plaga del feminicidio” en Latinoamérica, y planteó que se promueva “una cultura de repudio” contra ese mal. “Mirando a las madres y a las abuelas, quiero invitarlos a luchar contra una plaga que afecta a nuestro continente americano: los numerosos casos de feminicidio”, planteó el pontífice durante la celebración dedicada a la Virgen, que encabezó en Trujillo, 500 km al norte de Lima.

 

Durante el encuentro mariano en el que fieles de toda la región norte le llevaron más de 40 imágenes de la Virgen, Bergoglio enfatizó: “Y son muchas las situaciones de violencia que quedan silenciadas detrás de tantas paredes”. “Los invito a luchar contra esta fuente de sufrimiento pidiendo que se promueva una legislación y una cultura de repudio a toda forma de violencia”, convocó Francisco en la Plaza de Armas.

 

En ese contexto les dijo a más de 30.000 fieles que “el amor a María nos tiene que ayudar a generar actitudes de reconocimiento y gratitud frente a la mujer, frente a nuestras madres y abuelas, que son un bastión en las vidas de nuestras ciudades”. Entre las imágenes visibles en plaza estaban la Virgen de la Puerta de Otuzco, la Santísima Cruz de Chalpón de Chiclayo, la Virgen de las Mercedes de Paita, entre otras.