Asfixiado por la subida incontenible de los intereses de su deuda y un recorte de la solvencia del Estado, los bancos y empresas casi al nivel de bono basura, el primer ministro luso, José Sócrates, tiró ayer la toalla y pidió ayuda a Europa.

El dimisionario jefe del Ejecutivo socialista, que renunció el 23 de marzo tras rechazar el Parlamento su cuarto plan de austeridad, hizo una dramática intervención ante las cámaras de la televisión para anunciar al país que ya había tomado la decisión que intentó evitar a toda costa.

"Luché todos los días para que esto no pasase", dijo el primer ministro, al recordar que siempre consideró la ayuda externa como último recurso pero se había llegado a un punto "en que no tomar esa decisión acarrearía riesgos que el país no debe correr".

La crisis política, unida a la debilidad económica que ya sufría Portugal, hizo que en las últimas dos semanas los intereses de su deuda soberana batieran nuevos récords históricos que sobrepasaron el 10 % en los vencimientos a cinco años.

El Tesoro luso tuvo que recurrir a emisiones a muy corto plazo, entre seis y 15 meses, para colocar ayer y el pasado 30 de marzo dos emisiones de deuda que le permitieron ingresar, en total, 2.650 millones de euros de los 9.000 que necesita hasta junio.