El día 61 de la guerra entre Rusia y Ucrania arrancó ayer con muchas más demostraciones políticas y diplomáticas que acciones militares, espacio que sigue centrando su atención en la planta de acero del puerto de Mariupol y las desavenencias entre las partes para garantizar la salida de al menos los numerosos civiles allí ocultos desde hace varios días.
La iniciativa política la tomó Estados Unidos luego de la visita a Kiev del secretario de Estado, Antony Blinken, y del jefe del Pentágono, Lloyd Austin, quien aventuró ayer que Ucrania puede ganar la guerra si cuenta con el ‘equipamiento adecuado’, reseñó la agencia de noticias AFP.
Por otra parte, en las elecciones generales en Francia el presidente Emmanuel Macron obtuvo el domingo una trabajosa reelección que fue luego comentada por sus pares ruso, Vladimir Putin, y ucraniano, Volodimir Zelenski, cada uno en su tono y con la dirección política que pretendió darle.
Mientras el jefe del Kremlin le deseó éxito y buena salud en su gestión sin agregar comentarios sobre el liderazgo del francés en el escenario continental -pero consciente de que hasta fin de junio tendrá la presidencia pro témpore de la Unión Europea-, el ucraniano no dudó en celebrar su triunfo y calificarlo como un ‘verdadero amigo de Ucrania’.
En el plano de los combates, sólo trascendieron públicamente un par de episodios: Rusia derribó dos drones ucranianos cerca de la frontera, mientras la compañía nuclear ucraniana Energoatom acusó ayer a Moscú de lanzar dos misiles de crucero contra los alrededores de una central nuclear en la ciudad de Jmelnitski, en el oeste del país, cuestión sobre la que aún Rusia no se pronunció.
Sobre el mediodía ucraniano volvió a tener presencia en la escena la situación en la sitiada planta siderúrgica Azovstal en la ciudad del sureste con puerto que da al mar de Azov, en cuyo interior se encuentra desde hace varios días un número no demasiado preciso de civiles, incluidos niños (se habla de entre 500 y 1.000) y un grupo de combatientes cuya cantidad tampoco se conoció con claridad.
El gobierno de Rusia declaró ayer un cese de las hostilidades para permitir un corredor seguro para las evacuaciones, pero las autoridades ucranianas volvieron a asegurar que no es posible concretar tal fin, dilación que Moscú viene criticando porque la considera una búsqueda de su oponente de utilizar escudos humanos para no entregar las instalaciones, la última superficie de Mariupol en la que no tiene el control.
En cuanto al plano político, la ofensiva dialéctica vino desde Washington.
‘La primera cosa para ganar es creer que se puede ganar. Y ellos están convencidos que pueden ganar’, dijo el secretario de Defensa Austin a periodistas a su regreso de Kiev. ‘Pueden ganar si tienen buenos equipamientos, el apoyo adecuado’, subrayó.
Austin agregó que Estados Unidos espera que la capacidad militar de Rusia quede debilitada: ‘Queremos ver a Rusia debilitada al punto de que no pueda hacer el tipo de cosas que ha hecho al invadir Ucrania’. Blinken y Austin anunciaron el regreso progresivo de una presencia diplomática estadounidense en Ucrania y una nueva ayuda militar para Kiev, directa e indirecta, por 700 millones de dólares.
Por otra parte, EEUU acaba de acelerar los envíos de equipamientos militares a Ucrania con la entrega de armas pesadas, para que resista la ofensiva rusa en la parte este del país. Al respecto, el embajador de Rusia en EEUU, Anatoli Antonov, reveló que el Gobierno de Vladimir Putin le envió una nota al de Biden para reclamarle que cese en el envío de armas a Ucrania.
En una entrevista concedida a la cadena de televisión rusa Rossiya 24, Antonov dijo que Washington entregará a Kiev ‘una cantidad enorme’ de armas.
Por el contrario, Zelenski reiteró ayer mismo su agradecimiento a EEUU por su ‘ayuda sin precedentes’ ante la invasión rusa. ‘Quiero dar las gracias personalmente y en nombre de todo el pueblo ucraniano al presidente Biden por su liderazgo a la hora de apoyar a Ucrania y por su clara posición personal’, dijo Zelenski, según un comunicado oficial.