El Alma. Luis Scola, a sus 39 años, es el referente del plantel dentro y fuera de la cancha. Contra Serbia volvió a deslumbrar para llevar a la selección a semis.

La Generación Dorada que encabezó Scola y Ginóbili probablemente sea uno de los tres planteles más prolíficos en la historia del deporte argentino. No solo en resultados, sino en valores y sobre todo en el legado que brindaron para con sus posteriores "colegas". Dejaron una huella que se recordará con el paso de las décadas. El oro olímpico en "Atenas 2004" es apenas el punto más alto de ese conjunto de jugadores conducidos por un fuera de serie como el entrenador Rubén Magnano. Pero luego de tanta gloria y hazañas concretadas por esos grandotes, llegaría el momento de la incertidumbre. De ver qué había dejado de ese "oro" que tanto brilló y alumbró el deporte nacional. Se sabía que no habría más Ginóbilis, Nocionis, Montecchias, aún cuando Scola desafíe todo lógica y a sus 39 años se anime a uno contra uno con el más atlético de sus rivales. Era indagar si el recambio estaba para evitar un golpazo. Y a la vista de lo realizado en los Panamericanos en Lima con el oro luego de 24 años en este tipo de competencias y con la clasificación de ayer a las semifinales del Mundial en China, incluyendo una auténtica clínica con el 97-87 sobre la poderosa Serbia, las cosa se hicieron y hacen muy bien.

El básquetbol supo comprender sus limitaciones y a partir de ahí generó su riqueza en las bases. En los clubes. Se hizo un trabajo continuo que permitió que para este Mundial hubieran siete debutantes de los 12 que integran el plantel. A eso se les anexaron figuras de primer nivel mundial como Scola o Campazzo. Deck, Garino, Delía vienen a ser los actores de reparto, pero con un gran rol protagónico. Todos saben lo que es el roce de primer nivel y así lo ratificaron con el andar en China, hasta ahora con seis victorias en igual cantidad de presentaciones.

Un acierto clave de la parte dirigencial fue darle continuidad a los procesos de los entrenadores en la Mayor. Un dato habla por si solo: apenas tres entrenadores han dirigido la albiceleste en los últimos 22 años. Fue Lamas, Magnano, Hernández, Lamas y Hernández de nuevo.

El recambio de nombres se empezó a dar claramente a partir del 2014 cuando varios históricos ya no se pusieron más la musculosa celeste y blanca. Tras el Mundial en España hace cinco años se alejaron dos "dorados" como Walter Herrmann y Leonardo Gutiérrez. Y se despidió otro medallista olímpico como Pablo Prigioni. "El futuro no es nada oscuro", graficó por entonces Scola cuando el temor a bajarse de la elite mundial arreciaba. Todo potenciado por aquel 11mo puesto en el torneo ibérico, por lejos la peor labor en un torneo de este calibre de los últimos años.

En México, por el Preolímpico que llevó a la Argentina a "Río 2016", el Oveja apostó por siete de los doce de ese grupo que no anduvieron bien en España. Tomaron su condición de referentes los Laprovittola, Campazzo, Deck, Brussino y Delía. El futuro había llegado para quedarse. "Hasta dónde vamos a llegar con ellos es un misterio: el tiempo lo dirá", ponderó Luifa.

En Brasil se dio el último eslabón de tres gigantes con la selección: Delfino, Nocioni y un tal Ginóbili. La derrota en cuartos de final ante Estados Unidos derivó en la salida de Manu de la cancha por última vez con esa camiseta y la naranja bien cuidada bajo su axila izquierda. "Fueron 15 años con casi los mismos jugadores. Eso no pasa habitualmente. Hay que dejarle paso a todos los chicos", subrayó el bahiense al tiempo que dejó una frase que cada vez tiene más certeza: "Para la Selección, no tengo dudas que es más importante Scola que yo".

Hace dos años, en la Americup (lo que antes era la FIBA Américas, donde justamente empezó la Generación Dorada con su título de Nequén en 2001), se obtuvo el subcampeonato contando con el plantel más joven del certamen. La semilla que germinó la Confederación Argentina de Básquetbol había dado los frutos esperados con un trabajo de base fundamental para esta actualidad. A los Panamericanos de Lima se fue con el objetivo de tomar ritmo para el Mundial y de paso cortar la sequía de 24 años de un oro que databa de "Mar del Plata 1995" . Se consiguió ese objetivo. Y llegó el Mundial, con once de los doce jugadores del Americup del 2017.

Argentina ratificó su poderío. Ya lo padecieron Corea del Sur, Nigeria, Rusia, Venezuela, Polonia y la subcampeona mundial y europea, Serbia. Así, esta Generación ya demostró que tiene brillo propio, aunque no sea de oro...

En semis

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Las veces que Argentina jugó esta instancia en un Mundial, siendo mañana la cuarta. En 1950 y 2002 logró llegar a la final, siendo campeón por única vez en el primer torneo ecuménico, en 2006 perdió.


"Mi compromiso con la Selección es hasta terminar el Mundial. Luego, se verá qué hago".

LUIS SCOLA - Capitán de Argentina