Heredó el dorsal con el número 1 reservado para el inglés Tao Geogenhart, compañero suyo en el INEOS que el año pasado sorprendió en Milán, cuando ganó el Giro en la contrarreloj final y que en esta temporada correrá el Tour de Francia. Para la "cátedra", por antecedentes y condiciones era el "1". La única duda era saber como respondería su físico a tres semanas de exigencia. Él mismo reconoció que "aún sentía" algunas molestias en su espalda, pero que en el día a día sus sensaciones mejoraban.

Tanto así fue que en la novena etapa, cuando había que coronar la cima en Campo Felice, atacó en los últimos tres kilómetros y se escapó del grupo que comandaba la carrera. Arribó con 7s de ventaja y saltó al frente de la clasificación general. En ese momento sello a su torso la "maglia rosa" y no se la prestó a nadie.

La tarea de su equipo fue excepcional para apuntalarlo. Y si bien todos trabajaron para que el "Niño" de Zipaquirá ganara su segunda grande (NR: la anterior fue el Tour de Francia de 2019), la labor del contrarrelojista español Jonathan Castroviejo y del fuerte rodador colombiano Daniel Felipe Martínez, fue titánica y clave.

Il Capo. Filippo Ganna, compañero de Bernal en el INEOS, se impuso en la
contrarreloj con la categoría de un campeón mundial absoluto.

Pasó la exigencia del Zoncolán, en el día 14, donde no ganó pero con gran inteligencia aumentó la diferencia con respecto a sus rivales directos. Llevaba una distancia tranquilizadora, pero faltaba el golpe de gracia y ese llegó en la etapa 16, la que terminó en Cortina D"Ampezzo. Allí ganó su segunda etapa y se fue a descansar con 2m24s de ventaja sobre su escolta el italiano Damiano Caruso. Ese "colchón" de tiempo le permitió aminorar las consecuencias del "bajón" que sufrió su físico en el parcial 17, cuando no pudo responder a un ataque de Simon Yates y cedió casi un minuto.

Con los contrarrelojistas a más de media hora y con una diferencia tranquilizadora afrontó la crono de ayer. Hizo el tiempo 24, a casi dos minutos de su compañero Filippo Ganna y se dio el lujo de perder un minuto con Caruso. Ganó el Giro con la calidad y autoridad que los grandes exhiben en sus horas más difíciles.