"Será un espectáculo boxístico", dijo hace una decena de días el ex multicampeón mundial y considerado durante una década el mejor boxeador peso por peso del presente siglo, Floyd Mayweather, con respecto al combate exhibición que realizó anteayer ante el youtuber Logan Paul.

"Money", como la prensa estadounidense lo apodó cuando descubrió su agudo sentido para los negocios, porque vendía muy bien su condición de mejor púgil ecuménico, olfateó los dólares que podía embolsar y salió de su confortable vida de placeres y desórdenes, para entrenar tres veces por semana y subir al ring con una condición física aceptable.

Amparado en los 40 millones de seguidores que tiene en Instagram quien fue su ocasional rival y los muchos fanáticos, que por una cuestión afectiva lo seguirían, hizo cálculos rápidos: 50 dólares por casa, y un mínimo de 3 millones de hogares en los Estados Unidos donde sus habitantes paguen para ver, totalizaban 150 millones de dólares. Tenía 10 asegurados por subir al ring y arregló por un 66 por ciento del total del sistema codificado a los domicilios. Una fortuna. 100 millones y monedas más por dar una clase magistral de boxeo ante un joven novato más interesado en aumentar su notoriedad, que se mide en billetes verdes en las redes sociales, que preocupado por recibir una paliza.

¿Lo del domingo en Miami fue una farsa? Sí, muy bien orquestada. ¿Ocurrió algo no previsible? Para nada, se vio lo que aquel que sabe algo de boxeo suponía: Un eximio boxeador, oxidado y algo más lento, pero con sus cualidades intactas, que jugó como quiso con un muchachote casi 20 kilogramos más pesado, que sólo llegó al final de los ocho rounds por la exorbitante diferencia de años (18 más joven, 26 a 44) y de peso (90 a 72 kilogramos) que por sus méritos.

Si a esos datos agregamos que "Money" jamás apretó el acelerador más allá de lo exigido para no dañar a su rival, quien sólo tuvo aire para tres rounds y luego se dedicó a sobrevivir; el espectáculo fue un fiasco para quienes, algunos por obligación laboral como el caso de este cronista y muchos porque tienen grabadas en sus retinas la mejor versión de un campeón excepcional como fue Floyd Mayweather Jr., asumieron verlo.

El hombre había sido sincero en la conferencia previa: "Esto es como un robo legal a un banco". Quienes se sintieron defraudados no pueden quejarse. En Estados Unidos pagar para verlo fue una decisión propia asumida ante el hecho, que se presentaba, al menos, curioso.