Desde su reedición, en la temporada 2011/12, la Copa Argentina es una fuente inagotable de sorpresas. Todas las ediciones cuentan al menos con la épica de un resultado impensado. Un equipo compuesto por abogados, panaderos o maestros de escuela puede dar el golpe y matar un tetracampeón de América, como ocurrió el año pasado con Pacífico de Alvear, de la cuarta categoría, que se cargó a Estudiantes de La Plata. Algo parecido le pasó a su vecino Gimnasia, con días de diferencia, que mordió el polvo con Defensores de Belgrano de Villa Ramallo.

Anoche la víctima fue Racing y de verdugo hizo Sarmiento de Resistencia, que está tres divisionales más abajo, cuyos jugadores viajaron 1000 kilómetros en micro hasta la cancha de Banfield y que llevaban casi cuatro semanas sin competencia oficial.

Es por eso, además del enorme premio de un boleto directo a la Copa Libertadores de América, que la Copa Argentina tiene tanta aceptación en el público. Ah, y hay otra más: se juega siempre, como corresponde, con las dos hinchadas.

¿Pero qué provoca que tengamos este tipo resultados con tanta frecuencia? Hay dos factores decisivos si se lo compara, por ejemplo, con la Copa del Rey de España. El primero es que se juega a partido único y eso equilibra un poco las cosas: si tenés el mejor día de tu vida y el gigante de enfrente se levanta mal, en 90 minutos puede pasar casi cualquier cosa. El otro factor es la cabeza: es difícil encontrar un jugador argentino que se contente con perder por poco aún cuando enfrenta a los mejores. Suele ser algo que reflejan los compatriotas que van a jugar al exterior y se espantan por la tranquilidad con la que se asimilan las derrotas.

En las seis ediciones que pasaron desde la 2011/12 todos los grandes vivieron un papelón o, al menos, caminaron por la cornisa. El River de Ramón Díaz hizo debut y despedida en la 2012/13 al caer 1-0 con Estudiantes de Buenos Aires en Catamarca, Racing perdió ese mismo año contra Tristán Suárez y San Lorenzo lo vivió en 2017 ante Deportivo Morón. 

Independiente pegó dos veces en el palo: fue a penales con Camioneros el año pasado y la pasó todavía peor en 2015 cuando llegó de manera agónica a la definición desde los doce pasos contra Alianza de Coronel Moldes, del Federal B.

Boca sufrió mucho en la de 2011/12. Fue dos veces a penales, pero el celular de Dios en ese momento lo tenía Julio Falcioni y pasó a Santamarina y Deportivo Merlo, en un torneo que a la postre lo tendría como campeón.