ARRIBA. Cristian Pérez y Facundo Frías luchan por la pelota en el aire. Defensores salvó un punto con olor a triunfo en la calle Sargento Cabral.



Se había quedado con las ganas en la Copa de Clubes Campeones. Se quedó amargado por la final perdida en mayo en el Bicentenario y sabía que en algún momento le llegaría su momento de gloria. Se tenía fe y en el trámite del partido respondió con seguridad antes del gol de Colón. Ahí dudó, se quedó y casi lo termina pagando caro. Se sentía culpable y sabía que tendría revancha. Por eso, cuando ya se consumía el tercer minuto de descuento, Cristian Espinoza decidió ir a empatar el partido. Para eso cruzó la cancha y cuando metió el cabezazo, sabía que era gol. Lo festejó con locura y en el final, su palabra era la más buscada. Y claro, Cristian fue pura humildad: ‘Es una alegría grande. Inmensa por el significado y por lo que habíamos hecho como para no perder el partido. Me tocó convertir a mi pero creo que fue mérito de todos en el equipo. Habíamos hecho un buen partido y no era justo irnos sin nada. Me tocó ser protagonista de esta alegría pero todos somos un grupo que se sacrifica, trabaja y poco a poco demuestra que está a la altura del que sea’.


Otro de los que habló fue el capitán Carlos Méndez: ‘Es justo el empate y creo que hasta pudimos haberlo ganado, especialmente en el primer tiempo en el que fuimos más y no supimos definirlo. Afortunadamente salió ese cabezazo de Cristian y hubo justicia porque le jugamos de igual a igual’.